CAPÍTULO
5
No Quiero Bailar Con Las Cenizas De Tu Abuela
No Quiero Bailar Con Las Cenizas De Tu Abuela
Muerta
—¿SABÍAS sobre esto? —le dije con furia a
Minwoo después de arrastrarlo fuera de la sala del trono, Heechul y Shindgong
detrás de mí—. ¿Estás fuera de tu jodida mente?
—Estoy seguro de que no tengo ni idea de lo que
hablas, —dijo Minwoo—. E incluso si lo hiciera, fuiste tú el que dijo que
esta noche iba a ser todo sobre ti.
—¿Qué pasó? —Shindgong preguntó.
—El Rey quiere que Jimin se cubra con jugo de
hombre, —dijo Heechul.
—Oh —dijo Shindgong—. ¿Tu flor va a ser tomada?
—¡Nadie está tomando mi flor!
—Y nadie lo hará si sigues llamándolo así, —señaló
Heechul.
—No es el momento —gruñí. Volví mi mirada hacia
Minwoo—. Tú. Tú. Estás en tantos problemas, que ni siquiera
tengo palabras para describir en cuántos problemas estás.
—Y, sin embargo, pareces estar encontrando palabras
suficientes para todos nosotros —dijo Minwoo.
—¡No estoy de humor para tus tonterías!
Minwoo suspiró. —¿Es realmente tan malo? El Rey
sólo quiere que seas feliz. Está contento con lo que Yugyeom tiene, y sabes que
él piensa en ti como familia. Él quiere lo mismo para ti.
—¿Qué pasa contigo? Has sido su mago durante todo
su reinado. Y el de su padre ¿Por qué no tienes que hacerlo?
Minwoo se encogió de hombros. —Simple. Soy asexual.
Parpadeé. —¿Qué?
—Asexual. No encuentro el acto sexual atractivo.
Preferiría tener las conexiones emocionales que tengo, no las íntimas que no
tengo.
Asentí. —Sí. Suena bien. Soy asexual también. Vamos
a anunciar eso ahora mismo, así que toda esta noche habrá terminado. —Marché
hacia la Sala del Trono, pero Minwoo me agarró por el cuello y me empujó hacia
atrás.
—No eres asexual, Jimin.
—¡No me juzgues! ¡No puedes decirme cómo vivir mi
vida! Déjame extender mis hermosas alas para poder volar.
—No es asexual, —le dijo Heechul a Minwoo—. Él
tiene sueños húmedos y gime cosas sucias sobre el pelo del pecho.
—Eso fue una vez. —Bueno, más como seis veces.
—Más bien como seis veces, —dijo Heechul, y decidí
que necesitábamos seriamente establecer límites personales.
—Vil traidor.
—Jeon Jungkook desnudo mientras yace en una
cuba de fruta y crema, — dijo Heechul.
—¡Basta! —respiré, porque basta. Luego sacudí
la cabeza—. Maldición.
—Era demasiado fácil, —dijo Heechul.
—¿Y sabías algo de eso? —pregunté a Minwoo.
—No —dijo Minwoo en voz baja—. Jimin, nunca te
haría eso. Sé que... ciertos sentimientos... corren más profundo que otros.
Estaba tan sorprendido como tú. Por derecho, el Rey no necesita buscar mi
consejo en todo.
—Pfff, —me burlé—. Sentimientos. No tengo sentimientos.
—Tenía muchos sentimientos. Ninguno de ellos era bueno.
Y entonces Minwoo me abrazó, lo cual era una cosa
tan rara y absurda que no tuve más remedio que abrazarlo de vuelta. Él dijo,
—No te obligaré, Jimin. Me dije hace mucho tiempo que nada para ti sería
obligado. Pero a veces, por el bien del Reino, debemos tomar decisiones que no
nos gustan. Así que, podemos correr y escondernos en los laboratorios, o puedes
estar a la altura y mostrar a todas esas personas que Jimin de lo Salvaje no es
un hombre que pueda ser capturado y domesticado.
—¡Tú, elocuente hijo de puta!
ASÍ QUE, lo hice. Fijé una sonrisa en mi cara y
entré en la Sala del Trono.
La multitud estaba alegre y jovial, gente riendo y
comiendo y bebiendo. La parte de beber parecía impresionante, y decidí que
debería ser una prioridad. Por el resto de la noche.
Hasta que me encontré con una sólida pared de
hombres. —¿Es esta la fila para el buffet? —le pregunté a Heechul.
—Esa es una forma de decirlo, —dijo—. Si eres el
buffet.
—Oh, Dios mío, —susurré porque tenía razón.
Todos estaban alineados frente a mí, esperando pacientemente que me
dirigiera al primero en la fila para que todos pudieran obtener sus turnos.
Había por lo menos veinte chicos esperando para hablar conmigo.
—Necesito mucho alcohol en mi boca ahora, —murmuré.
—En eso —dijo Heechul, dejando a Minwoo actuar como
chaperón—.
Aparentemente, tener veinte años no significaba
nada. Mi posición requería que un mayor me mirara en todo momento en
situaciones de cortejo. Lo cual era tan estúpido como suena.
—Eh, ¿hola? —le dije al primer tipo en la fila,
porque obviamente no me iban a dejar en paz y quería terminar con esto. Era
alto y musculoso, con una cicatriz que iba de la barbilla a la oreja, lo que
suponía que lo hacía parecer más atractivo.
Lástima que me estuviera mirando como un trozo de
carne.
—Jimin de lo Salvaje, —ronroneó, tomando mi mano y
besándola mientras se inclinaba. Pensé que sentí un destello de lengua—. Me
honraría si pudiera ser tu primer... baile. —Y entonces él guiñó un ojo.
Supongo que estaba destinado a ser juguetón y seductor, pero yo estaba bastante
seguro de que estaba siendo acosado sexualmente.
—De acuerdo, capitán Tocón —dije, tirando de mi
mano—. Eso es suficiente.
Se adelantó y empezó a estar encima de mí, y rodé
los ojos, porque ¿en serio? ¿En serio? Le sonreí dulcemente y le dije, —Te das
cuenta de que puedo hacer que tu polla supure pus con sólo un movimiento de mi
muñeca, ¿verdad? —Realmente no podía, pero él no lo sabía.
Sus ojos se abrieron y dio un paso atrás.
—No quiero bailar contigo porque eres un violador
—dije—. Son los ojos.
Minwoo bufó desde algún lugar detrás de mí.
El capitán Tocón se marchó con una expresión de
enojo en su rostro, murmurando algo sobre que yo era una perra estúpida.
Grosero.
El segundo, el tercero y el cuarto muchacho en
línea trataron de darme regalos.
Minwoo se ahogó detrás de mí cuando el tercer tipo
me entregó las cenizas de su abuela y dijo, —Quiero que la tengas porque
después de casarnos, estaremos los tres, y quiero que te acostumbres a su peso,
ya que siempre estará cerca.
—Eres tan épicamente extraño, —le dije.
Me sonrió y me dijo que a su abuela le gustaba el
vals, así que ella bailaría con nosotros también. Pero entonces parecía tener
celos de mí y dijo que realmente no le gustaba cuando otras personas bailaban
con ella.
Le devolví a su abuela y le dije que no quería
interponerme entre ellos, y que tal vez era mejor que bailaran el uno con el
otro. Él asintió, pareciendo aliviado.
Hice una nota mental para encontrar al Rey más
tarde y patear su culo real.
Heechul volvió con una botella de vino de manzana y
me apartó de la multitud.
Me gustaba Heechul otra vez. Me gustaba aún más
después de que me dio dos tazones llenos de vino. Le dije eso mientras
Shindgong y mis padres se unieron a nosotros.
Resopló y dijo, —Eres un peso ligero.
Me reí porque era el unicornio más divertido que
conocía. Me recordó que era el único unicornio que conocía.
Le pregunté si podía conocer a sus padres, y de
alguna manera eso llevó a una conversación de diez minutos sobre el viaje con
swingers en el que estaban sus padres, y le dije que no quería estar en un
intercambio de parejas con sus padres porque no quería terminar siendo la
madrastra de Heechul. También le dije a mis padres que, si alguna vez oía
hablar de ellos en un intercambio de parejas, los enviaría a las mazmorras.
Mamá me dijo que ni siquiera soñaría con eso porque
no quería cagar en un cubo. Esto, por supuesto, llevó a recordar los buenos
viejos tiempos. Hasta que me distraje con algo brillante.
—Un hombre me lamió la mano, —le dije a mi mamá y
papá cuando el vino procedió a aflojar mis labios.
Papá hizo una mueca y dijo, —Eso no suena muy
cómodo.
—Si hubieras intentado lamerme la mano cuando me
cortejabas, habría hecho que mamá te echara al fuego, —le dijo mamá.
—Tan violento, —susurré. Mis padres eran tremendos.
—¿Cuál? —Preguntó Shindgong—. Yo aplasto.
—Todo el mundo que amo mataría por mí, —anuncié en
voz alta.
Los hombres que esperaban en fila se estremecieron.
Oí una gran carcajada por encima de los sonidos de la fiesta y vi al rey
sentado con Yugyeom y Jungkook. Yugyeom sonreía a su padre, y Jungkook estaba
mirando a Yugyeom. Estaba demasiado lejos para decirlo, pero probablemente lo
hacía con amor y adoración y él no podía esperar a casarse con Yugyeom y tener
a sus bebés, que acabarían siendo las criaturas más hermosas que jamás
existieran. Terminarían asumiendo el control de Verania y poniendo a las
personas menos hermosas en campamentos donde se verían obligados a hacer un
trabajo duro como cortar árboles y pelar patatas.
—Y acabo de decir todo eso en voz alta, ¿verdad?
—pregunté cuando vi a mi pequeña banda de inadaptados mirándome. Asintieron con
la cabeza y dije—, Mierda. Ni siquiera me importa. ¡Mira! Estoy bien. Tengo los
pantalones apretados y el pelo largo. Nada más importa. —Estaban completamente
convencidos, incluso cuando arrastré las palabras.
—¿Tal vez debas parar un poco con el vino?
—preguntó Minwoo, alejándome de la tercera copa.
—Gracias por decirme sobre tu asexualidad, —le dije
seriamente—. Eres como mi sol y mi luna y quiero que sepas que podemos
compartirlo todo el uno con el otro. Ya que me dijiste un secreto, te diré
otro. Estaba inventando ese primer día cuando dije Flora Bora Slam.
—No me digas.
—Totalmente sacado de la parte superior de mi
cabeza. Sé que parecía creíble, pero no puedo seguir sin decirte que no tenía
ni idea de lo que estaba haciendo.
Vi sus labios temblar. —Peso ligero.
—Te hago sonreír, —dije asombrado—. Voy a ser
genial cortejando a Jung... un hombre. Un hombre que no es un caballero. Y que
sabe que existo y aprecia mis cualidades y mi rostro.
—Estás preparado para eso. —me aseguró, dándome la
vuelta y empujándome hacia la multitud.
—Sí, sí. No querría decepcionar a la futura señora
Jimin de lo Salvaje. ¡Hola chicos! Papi está de vuelta. Pueden todos suspirar
de alivio como uno. —No suspiraron aliviados como si fueran uno. Algunos
parecían bastante asustados. Estar borracho hizo todo más fácil.
Y supongo que no dolió que el siguiente chico en
línea fuera mejor que todos los anteriores. Su nombre era Chanyeol y él era un
conde o un duque o algo así, y me dijo, —Te pediría que bailaras, pero no sé
bailar, así que quizá podamos estar cerca uno del otro y hablar torpemente.
Me quedé boquiabierto. —Tío. Una forma de vender y
mantener las expectativas realistas.
Se encogió de hombros nervioso. —Es mejor que
engatusarte y luego tropezar con tus pies.
Tenía las orejas grandes que sobresalían. Su
cabello era castaño y sus ojos eran marrones y sus pecas eran marrones, y le
dije todo esto porque sentía que debía saberlo.
Dijo que era muy consciente.
Le dije, —Ahora tenemos que bailar.
La sangre se le escurrió de la cara. —¿No me vas a
echar como a los demás?
—¿Quieres que lo haga?
Él tragó saliva. —¿Tal vez? Porque puedo hablar de
manera incómoda. ¿Qué pasa si accidentalmente tropiezo y caigo y te derribo y
luego me conviertes en una acogedora tetera?
—Oh, mis dioses —dije.
—¡Tú podrías!
—¡Tienes miedo de mí!
—Eh, ¿sí? Muchas personas tienen miedo de ti. Eres
muy intimidante.
Miré a Minwoo, que yo sabía que temía lo
que vendría. —Soy un hijo de puta intimidante, —le dije con orgullo.
Minwoo suspiró. —Sí, sí. Mucho más.
Miré a Chanyeol. —Te prometo que no te maldeciré
para que sufras la Muerte Negra o te conviertas en una acogedora tetera.
Mientras bailamos, puedes contarme todas las historias que la gente cuenta
acerca de mí.
Chanyeol dijo, —Oh no.
NO HIZO DAÑO que Heechul me trajera más vino de
manzana mientras Minwoo no estaba mirando.
—Simplemente no vomites sobre nadie, —me advirtió.
—A veces sólo quiero estrujar frambuesas en tu
estómago para oír tu relincho, —le respondí.
—Por favor no le digas eso a nadie más esta noche,
—dijo.
—¿Ni siquiera al capitán Tocón?
—Especialmente no al Capitán Tocón.
—Voy a ir a bailar, —le susurré, gritando.
Así que, por supuesto, tan pronto como el Rey abrió
el baile con un movimiento de su mano y un bruñido de cuernos, me acerqué a él,
me incliné lo más que pude sin caerme y le pedí que bailara conmigo.
El Rey se echó a reír, luego se quitó su túnica
exterior y tomó mi mano, llevándome a la pista de baile.
—Me gustan los volantes en tu camisa, —le dije—.
Pero eso es lo único que me gusta de ti ahora mismo.
Comenzó un vals y fui lo suficientemente amable
para dejarlo llevar. Estaba cerca, sin embargo.
—Estás loco, —dijo con una sonrisa amable.
—Creo que acabo de decirte eso.
—Quiero que seas feliz.
—Yo soy feliz. —Y lo era. En su mayoría.
—Más feliz, —dijo.
—Soy más feliz que nunca.
—¿Lo eres?
—Detente. He estado bebiendo. Sin análisis. ¿Sabías
que un hombre me lamió la mano porque le dijiste que quería que tomara mi flor?
El Rey tropezó, pero se recuperó con gracia, como
suelen hacer los reyes. — Te puedo asegurar que esa combinación de palabras
nunca salió de mi boca. —Se estaba poniendo un poco rojo.
—Aun así, me lamió la mano.
—¿Quién fue?
—Capitán Tocón. No lo sé. Una cicatriz en la cara.
Ojos violadores.
—Ah. Ese sería el Duque Waller de los Outer Banks.
Una pena, realmente. Ha sido muy recomendado.
—Lo recomendaría para la eutanasia, —le dije—. Y no
quiero saber los criterios que se te ocurrieron para vetar a cualquiera menos
deseable.
—No hice nada de eso —dijo el rey—. Solo escribí
tus estadísticas y la fecha y la hora del baile y lo puse en la pared del
cuarto de baño de cada taberna dentro de un radio de sesenta millas. No hubo
investigaciones.
—¿Recuerdas que una vez me reí de una broma que
dijiste?
Me sonrió. —Lo recuerdo.
—Esto no va a ser como ese momento.
Se rió lo suficiente para los dos.
Me mordí el labio. Y luego abrí la boca. —¿Es...
—Jungkook—, Yugyeom feliz?
La sonrisa del rey se suavizó. —Creo que sí. El
amor puede hacerle eso a un hombre. Simplemente mírales.
Y lo hice. No quería, pero lo hice. Estaban
bailando al otro lado de la sala y se movían con gracia juntos. Tenían la misma
altura, y yo estaba bastante seguro de que la mano de Yugyeom
estaba casi tocando el culo de Jungkook, que no estaba mirando.
Jungkook se había cambiado de su armadura y llevaba
pantalones blancos y botas negras hasta las rodillas, casi como si fuera a
montar a caballo. Su chaqueta negra se extendía contra su pecho y sus brazos. Y
sí, se veían felices. En su mayoría. Tal vez.
No pude leer la cara de Jungkook.
Jungkook debió haber sentido que los mirábamos
porque miró hacia arriba y me llamó la atención. Él frunció el ceño de nuevo, y
yo desvié la vista rápidamente.
—Supongo, —dije finalmente.
—Hace feliz a Yugyeom —dijo el rey—. Y espero que
Yugyeom pueda hacer lo mismo por él. Ha pasado mucho tiempo que no veo a
Jungkook sonreír.
Lo cual, era extraño. Porque yo lo había visto
sonreír unas cuantas veces.
Más temprano esta noche, incluso. Y esta mañana.
—Todavía no sé qué tiene que ver conmigo, —le dije.
El Rey suspiró. —Jimin, desde el día que Minwoo te
trajo al castillo, sabía que había algo especial en ti. No tenía nada que ver
con tu magia o con lo que Minwoo pensara que serías algún día. Tenía que ver
con el tamaño de tu corazón. Tienes mucho que dar a la gente y creo que a veces
lo escondes detrás de tu ingenio y palabras. Quiero que encuentres a alguien
que te haga sentir completo, que te permita bajar la guardia y simplemente ser.
—Te tengo —dije honestamente—. Y a Minwoo. Y a mis
padres y a Shindgong y Heechul. ¿Qué más podría necesitar?
—Alguien a quien llamar tuyo —dijo.
—Tengo prioridades —dije débilmente.
—Haz esto, y estaré de acuerdo en financiar tu
propuesta de más maestros contratados en los barrios marginales.
Yo entrecerré mis ojos hacia él. —Tú, tramposo.
Me sonrió.
El Rey y yo bailamos.
Y BAILÉ con algunos de ellos. El Rey quería que lo
intentara, y no había manera de que no lo hiciera. No después de todo lo que
había hecho por mí y por mi familia.
Eso no significaba que lo hiciera fácil.
Era extraño y raro, y me di cuenta de que de
verdad odiaba bailar con extraños que estaban tratando de meterse en mi
negocio, así que llené el silencio con descripciones vívidas de cómo tendríamos
al menos diez niños y que yo conocía un hechizo que nos permitiría quedar
embarazados para que pudiéramos tomar turnos para sacar a los bebés del culo.
Estoy seguro de que un par de ellos simplemente corrieron en el momento que
había terminado. Les despedí con la mano.
Y entonces Chanyeol se acercó con sus orejas y
nerviosismo, chisporroteando sobre cómo él ni siquiera
podía imaginar cómo funcionaría eso de los bebés saliendo del culo y
pensé, Okay. Bien, ¿por qué no? Yo estaba borracho y temerario y
joder por qué no. Me veía bien (en su mayoría). Me sentía bien (algo así). ¿Por
qué demonios no?
Le dije, —Baila conmigo. —Yo sacudí las cejas.
Él se sonrojó. —Estabas bailando con el rey.
—Tenía que hacerlo. Necesitaba gritarle.
Parecía horrorizado. —¡Vas a perder la cabeza!
Puse los ojos en blanco. —Sí,
porque eso pasa mucho por aquí.
—Realmente no puedo bailar. Ya te lo dije.
¿Recuerdas la torpeza? Soy torpe.
Me encogí de hombros. —Entonces baila conmigo con
torpeza.
Tal vez creí ver el indicio de una sonrisa. Y tal
vez pensé que era una bonita sonrisa.
Así que se inclinó delante de mí, y yo me reí de
él. Me tomó de la mano y me llevó a la pista.
Desde allí, no parecía seguro de dónde poner sus
manos. Y como me gustaba verlo sonrojarse, dije, —En cualquier lugar.
Se puso completamente rojo, pero una mano fue a mi
espalda y la otra agarró mis dedos y nos movimos.
Pisó mi pie.
Yo dije, —Bueno, entonces.
Dirigí el vals.
Él me siguió, mirando hacia abajo a nuestros pies.
La canción terminó y otra comenzó, y yo le dije,
—No has huido todavía.
Él dijo, —No, señor.
Tenía diecinueve años. Sus padres estaban en la Corte
del Rey. Su padre era un hombre de negocios que poseía hoteles en todo Verania.
Hacían mucho dinero.
Él dijo, —Así que puedo proveer para ti. —Él no
miró mis ojos cuando lo dijo.
Y me reí de él otra vez. Le dije que no necesitaba
que me proveyera. Que no quería que lo hiciera.
—¿Qué es lo que quieres? —me preguntó con
curiosidad.
¡Ah! Esa era la pregunta.
—Muchas cosas, —le dije, y él lo dejó así.
Él era mejor bailarín del que se daba crédito.
Principalmente.
Pero todavía se sentía... apagado. Porque era
muy agradable. Simplemente... agradable.
El zumbido del alcohol estaba disminuyendo. Las
cosas se sentían un poco más pesadas ahora. Una tercera canción estaba a punto
de comenzar cuando Chanyeol dijo: —¿Deberíamos ...?
—¿Les importa si interrumpo?
Y me quedé helado.
Chanyeol se ruborizó de nuevo y dijo, —Claro. Sí.
Por supuesto, Caballero Comandante. Mis disculpas. —Él desapareció como si
nunca hubiera estado allí.
Jeon Jungkook lo sustituyó.
Su mano fue a mi cintura y quemó.
Su otra mano tomó la mía, y sentí cada rascado de
sus dedos contra mi piel.
Podía sentir el pesado músculo de su brazo bajo mi
toque.
Esto no era agradable.
Esto era un infierno.
La música comenzó.
Nos movimos. No tenía que contar para él.
Dijo, —Has estado ocupado toda la noche. —No había
sonrisa en su rostro ni calor en sus palabras.
Y debido a que todavía tenía bastante zumbido, me
desvié y dije, — Felicitaciones. Por todo. —Las palabras salieron claras y
dulces.
—Gracias. Has bailado con él dos veces.
—¿Qué?
Se movía como siempre, con una hermosa precisión.
Él estaba dirigiendo y ni siquiera traté de luchar contra ello.
—Los demás. Los has despedido después de una
canción.
—O ellos corrieron.
Sus labios se contrajeron y la piel alrededor de
sus ojos se arrugó ligeramente. —O eso. Pero él no lo hizo.
—No, Chanyeol no lo hizo, —estuve de acuerdo.
—¿Ese es su nombre?
—Lo es. Es muy simpático.
—¿Lo es?
—Sí.
—Porque te gusta.
—Quizá.
Bailamos.
—No soy simpático, —dijo Jungkook de repente—. No
todo el tiempo.
—Eres un caballero, —dije, porque eso casi
significaba lo mismo.
—Caballero Comandante —dijo con un brillo en los
ojos.
Puse los ojos en blanco. —Estoy tan impresionado.
—No suenas impresionado.
Mi mente vagaba. —Sabes, creo que esta es la
conversación más larga que hemos tenido.
Arqueó una ceja hacia mí, y con ese solo
movimiento, un fuego ardía en mi vientre como nunca antes había sentido. —¿Y de
quién es la culpa?
Le sonreí. —Mía. Me asustas.
—¿Por qué? ¿Porque soy demasiado atractivo para
existir en este mundo? —
Él lanzó mis palabras de nuevo a mí, su voz burlona
y suave.
—Porque me asustas —contesté.
Sus ojos nunca dejaron los míos. —¿Por qué bailaste
con él dos veces?
—Porque él era diferente.
—¿Por qué?
—Bueno, por un lado, no me lamió la mano como hizo
el primer hombre.
La mano de Jungkook se tensó en la mía. —¿Es eso
así?
—Por supuesto. Ha sido una noche rara.
—Lo sé.
—No lo sabías, ¿verdad? —Sobre el
matrimonio, no pude decirlo.
No necesitaba preguntar. El solo sacudió la cabeza.
Él dijo, —Chanyeol no te lamió la mano. ¿Por qué más te gusta?
Me reí. Se sentía como si se acercara a la
amargura. —Me dijo que no sabía bailar. Pensé que era dulce. Y él no corrió
gritando después de lo de los bebés sacados del culo.
Jungkook rió entre dientes. —¿Por qué dulce?
—Fue honesto. ¿Cuándo es la boda?
—No lo hemos decidido. ¿Cuándo vuelves a ver a
Chanyeol?
Estreché los ojos. —Nunca dije que lo haría.
—¿Por qué no? —preguntó, con la mandíbula tensa—.
Es dulce. Y honesto.
Me sentí mareado. —No tengo tiempo para esas cosas.
Tengo prioridades. Objetivos que conseguir.
—Yo también —dijo, y era como si estuviera tratando
de decirme más que esas dos palabras, pero no estaba de humor para entender
nada.
—Supongo. Supongo que nos veremos mucho.
—Ah, ¿sí? —dijo, y pensé que me acercaba.
—Sí, —dije y no dejé caer mi voz—. Soy el aprendiz
del Mago del Rey. Eres el Caballero Comandante de la Guardia del Rey. Parece
que nos veremos más a menudo que no. Especialmente después de casarte con el
futuro Rey de Verania. Seré su mago.
—¿Correrás esta vez? —preguntó, y ¿cuándo había
acercado la cara? Podía sentir su aliento en mi mejilla. Estaba caliente y
húmedo y olía a menta y vino—. Lo intento y lo intento, pero tú huyes. Cada
vez.
De repente, me sentí muy fuera de lugar. O más
bien, recordé mi lugar. Mi piel estaba demasiado apretada, y yo
estaba sudando. La canción estaba terminando, y me alejé. No soltó mi mano.
Podía oírlo ser llamado por alguien y se dio cuenta de que esta noche se
suponía que se trataba de él. Necesitaba mezclarse y besar culos y distinguirse
con su novio en las esquinas oscuras porque se iba a casar.
—Gracias por el baile, Caballero Comandante. —Me
incliné ante él porque el rango y la costumbre lo hacían así.
—Bailes —dijo, con la voz tan baja que pude sentir
que se arrastró sobre mí—. En plural. Porque pasamos por tres valses. No uno. Y
definitivamente no sólo dos.
Oh mierda.
Jungkook se inclinó hacia mí. Me aparté y sus dedos
se arrastraron contra los míos.
NECESITABA AIRE.
Las estrellas estaban brillantes mientras me movía
hacia el jardín. Las linternas colgaban de postes de metal, iluminando los
caminos cerca de las rosas y los tulipanes.
Tomé aire y lo dejé salir lentamente.
Pasos sonaron detrás de mí. Por supuesto que me
seguirían aquí.
Me seguirían en cualquier parte.
—¿Tenías que escapar para ocultar tu erección?
—preguntó Heechul con simpatía.
—Sabes, —dije—, encontré un hechizo en el grimorio
de Minwoo. ¿En una de esas páginas traseras para la mierda realmente malvada?
Hace falta polvo de huesos de un unicornio. Estoy pensando en probarlo. —Seguí
caminando.
—Si te hace sentir mejor, —Heechul dijo—, No creo
que haya visto bailar antes de follar. Fue muy interesante ver una demostración
en vivo.
Choqué con un árbol.
Shindgong y Heechul se rieron de mí, porque eso es
lo que hacen los mejores amigos.
—Ni siquiera sé de qué estás hablando, —dije
mientras quitaba la corteza del árbol de mi boca—. Chanyeol fue muy agradable.
—Chanyeol, —se burló Heechul—. Sí. Chanyeol.
Lo ignoré. —Shindgong, ¿dijo Minwoo cuando nos enviaría
fuera de nuevo? —
Porque estar en el castillo en el futuro previsible
parecía una idea muy mala.
—Dos semanas, —Shindgong retumbó.
—Ese hijo de puta —murmuré—. Está haciendo esto a
propósito.
—Algo así como Jungkook bailando contigo a
propósito —dijo Heechul.
—¡Cállate la boca!
—¡Bailar follando! —me siseó.
—Ni siquiera sé qué es eso.
—Es cuando bailas, pero es tan fácil decir que
preferirías estar desnudo y bailando. Y con bailando, me refiero a
follar.
—Eso es tan estúpido. Y no lo hicimos.
Estábamos hablando de su boda y de Chanyeol.
—¿Quién es Chanyeol? —preguntó Shindgong.
—Orejas grandes, —dijo Heechul—. No podía bailar.
—Es precioso, —dijo Shindgong—. Se ponía del color
de las fresas por cualquier cosa.
—Sí —dije—. Lo hacía. Y tal vez sólo quería bailar
con él, no con Jungkook.
—Sí, sigue diciéndote eso —dijo Heechul—. Chanyeol
era un aperitivo. Jungkook era el plato principal cubierto de postre.
—¿Pensaba que yo era el buffet? —pregunté,
confundido.
—Lo eras. Es... que... bueno, demasiadas metáforas
de comida. Estoy tratando de ser sutil aquí.
—Eres un unicornio que habla, —dije—. A veces,
cuando cagas, sale como arcoiris y huele a galletas. No hay nada sutil en ti.
—Es mágico, —dijo Shindgong sucintamente.
—El punto es, —dijo Heechul en voz alta—,
cuando estabas bailando con Chanyeol, era lindo y torpe y juvenil. Cuando
estabas bailando con Jungkook, pensé que toda la habitación se iba a
ahogar con la tensión.
Gruñí. —Es lo último que necesito. Porque si
pudiste verlo, entonces otros también pudieron hacerlo, y así comienzan
los rumores, y en serio no necesito que todo el mundo sepa cómo quiero
hacer... cosas... con él.
—Cosas, —se burló Heechul—. Mojigato. Y confía en
mí cuando digo que no es sólo por ti. Él está ahí contigo. Deberías haber visto
las miradas que le estaba echando a Chanyeol cuando tuviste un segundo baile.
—Mentiras, —dije con una mueca—. Todo mentiras.
¿Sabes qué? No. Ya no quiero hablar más de esto. Ni siquiera me importa. Lo
superé. Pasado. Continuando. Voy a ir adentro y decirle a Chanyeol que me va a
llevar a una cita y será incómodo y agradable y eso será todo.
Heechul y Shindgong me miraron fijamente.
—¿Qué? —pregunté.
—¿Cómo no puedes verlo? —preguntó Heechul
incrédulo.
—¿Ver qué?
—¡Gaaah! —gritó él.
Shindgong lo arrulló apaciguadamente. —Está bien.
Bonito Heechul. Está bien.
—Sois tan raros, —murmuré.
—Te amo, —dijo Heechul—. Pero a veces quiero patear
tu bazo.
—El sentimiento es mutuo, —le aseguré—. Ni siquiera
...
—¿Jimin? —dijo una voz detrás de nosotros.
Porque, por supuesto.
Los tres nos dimos la vuelta.
Jungkook estaba parado junto a las violetas de mi
madre, la luz de una linterna cercana cayendo perfectamente en su cara.
—Bueno, fóllame boca arriba —dije.
Él dijo, —¿Qué?
Y dije, —Absolutamente nada, —porque mi boca.
—Oí gritos.
—¿Y viniste corriendo? Por supuesto que lo hiciste.
—Sonaba como si estuviera con dolor.
Se encogió de hombros. —Pensé que alguien podría
necesitar ayuda.
Al parecer, ser noble y justo es un afrodisíaco
para mí, por lo que podría haber babeado un poco. —Era sólo Heechul, —me las
arreglé para decir—. A veces lo hace. Con los gritos.
—Es cierto —dijo Heechul con un suspiro dramático—.
Parece que sufro de una condición muy grave llamada olvido por proximidad.
Provoca gritos y la incontrolable necesidad ocasional de pisotear estúpidos
magos por ser estúpidos.
—Y es completamente fatal, —le dije
resplandeciente—. Así que quizás deberías estar con los moribundos.
Heechul me ignoró. —¿Y por casualidad estabas en el
jardín? —le preguntó a Jungkook.
Jungkook miró hacia atrás. —Exactamente.
—¿Buscando un rosal para enrollarte con tu
prometido? —Su tono era suave, pero yo conocía a Heechul desde hacía mucho
tiempo. No estaba siendo amable.
—Heechul, —siseé.
—Completamente solo, —dijo Jungkook.
—¿Está bien? Parece que un Caballero Comandante
prometido no tendría que estar solo.
—Se podría pensar eso.
Los ojos de Heechul se estrecharon. —Estoy seguro
de que no me gustas.
—Mi mundo se está desmoronando —dijo Jungkook.
Podría haberme reído. Por su descaro.
Heechul no estaba tan divertido. —Heechul sabe cómo
matar a una perra.
—Probablemente deberías correr, —le dije a
Jungkook—. Cuando comienza a referirse a sí mismo en tercera persona, por lo
general significa que está a punto de entrar en una de sus rabietas de
unicornio.
—¿Los unicornios tienen rabietas? —preguntó
Jungkook.
—Hay purpurina en ello —dije solemnemente—.
Purpurina y sarcasmo. Estarás emocionalmente eviscerado. No físicamente, porque
aún no hemos recuperado su cuerno. Di tus bendiciones.
—¡No creo que lo necesite para patearte el culo,
sin embargo! —gruñó Heechul, empujando hacia atrás y adelante. Purpurina empezó
a rociar en el aire a su alrededor, desprendiéndose de su espalda y flancos.
Nunca pudimos realmente averiguar de dónde venía. Heechul había dicho que era
porque sus entrañas eran tan festivas. Le había dicho que eso era muy flojo.
—¡Prepárate, chico guapo! Heechul va a traer el dolor.
—Probablemente sería más amenazante si no estuviera
destilando furiosamente purpurina, —dijo Jungkook—. Es difícil ser intimidado
cuando eres tan brillante.
—Esto es increíble, —le susurré a nadie en
particular porque nadie me estaba escuchando.
—¿Brillante? —dijo Heechul, indignado—. ¡Te voy a
mostrar brillante! Cuando acabe con mi ataque emocional, ni siquiera
entenderás el concepto de autoestima, y mucho menos cómo tenerlo.
Shindgong dijo, —Esto va a ser feo.
Sobre todo, porque parecía que lo decía en
serio.
Y Heechul también debió oírlo. Especialmente porque
los unicornios pueden decir cuando alguien está mintiendo. —Te mataré la
cara y ... espera. ¿Qué? —Heechul dejó de despotricar.
Jungkook se encogió de hombros. —Eres adorable. Con
tu brillo enojado.
Y Heechul se sonrojó. Toda su cara. Nunca
antes en la extraña y sórdida historia de nuestra mejor amistad lo había visto
enrojecer. —Aww, —dijo. Rascó el suelo con un solo casco—. Tú, solo cállate,
tú. —Y luego se rió.
—¿Qué está ocurriendo ahora mismo?
—¿No es obvio? —Dijo Heechul—. Jungkook está
enamorado de mí. Vamos a huir juntos. Ahora vete. —Se volvió hacia Jungkook,
despidiéndome completamente—. Ahora, —dijo—. Cuéntame más sobre mí.
—Es un amor por siempre jamás, —Jungkook aceptó con
una pequeña sonrisa.
—Tienes que alimentarme con uvas de tu mano,
—exigió Heechul—. Uvas peladas congeladas. No aceptaré nada menos. Yo soy la
luz de tu vida y me tratarás como tal.
Jungkook frotó una mano a lo largo de la nariz de
Heechul y yo estaba cabreado porque quería que frotara mi nariz. Así
que le dije: —¡Heechul, puta! ¡Se va a casar! —
Como si realmente pensara que Jungkook iba a follar
a mi mejor amigo unicornio.
¿Verdad? ¿Verdad?
Oí el perverso rizo en su tono incluso antes de que
pudiera comprender las palabras de Heechul, y sólo entonces me di cuenta qué
tan diabólico el cerebro de mi mejor amigo podría ser.
Había planeado esto. Llegar a este punto. Él era malvado.
—Jimin, —dijo con una mirada hacia mí—. ¿No estabas
diciendo algo sobre ir dentro y pedirle a Chanyeol que salga contigo en una
cita?
Y la atmósfera un tanto alegre sucumbió a una
muerte rápida y dolorosa.
Maldije a Heechul en mi cabeza. Mis dedos en
realidad se retorcían con los inicios de un hechizo de destierro que
potencialmente podría enviarlo a los confines del mundo conocido, pero de
alguna manera pude detenerme. Apenas.
¿Por qué sin embargo? No importaba lo que dijera
Heechul. No le debía nada a Jungkook. Definitivamente no me debía nada.
Así que le dije, —Sí, claro. —Porque iba a hacerlo.
Porque tenía opciones.
Jungkook retrocedió un paso de Heechul y dejó caer
la mano
Y luego dijo con aplomo, —Tendrás un chaperón.
Puse los ojos en blanco. —Porque tiene sentido. No
es que me haga daño. No soy más alto que él y puedo hacer que estalle en
llamas.
—Es para proteger tu virtud —dijo Jungkook con los
dientes apretados.
—¿Mi virtud?
—Oh —dijo Heechul a Shindgong—. Es mucho más
divertido estar en este lado de las cosas.
—¿Por qué grita Jimin? —preguntó Shindgong.
—Es su configuración por defecto, —dijo Heechul.
—Es para asegurar que te mantengas a salvo —dijo
Jungkook—. Eres importante para mí... para el reino.
—Para el reino, —susurró Heechul.
—Correcto, —le susurró Shindgong—, el reino.
—No necesito a nadie para proteger
mi virtud —repliqué—. Si yo quisiera salir a follar al primer hombre
que viera, entonces podría. O tal vez me sentiría aventurero y ¡encontraría una
dama! Tal vez ambos. Al mismo tiempo.
—Jimin, cariño, —Heechul llamó, rompiendo la ira—.
Recuerda que amas a los hombres. Ni un poco a las damas. Aunque parezca
que tengas una apreciación malsana por las tetas.
—Está bien, —dije—. Punto. Los senos son
fascinantes.
Jungkook estaba furioso. —No vas
a follar nada.
—Basta.
—¿Qué?
—Acabas de decir follar.
—¿Y?
—Pero, eres un caballero. No puedes decir
cosas como follar. Se supone que debes abrazar a los niños y rescatar
gatitos y matar a las bestias fantásticas. No puedes decir follar. Es
impropio de alguien de tu posición.
—¿Y tú puedes? —Él volvió a estar perplejo.
Yo sonreí. —Puedes apostar tu jodido culo de que
puedo. Soy un mago.
—Aprendiz, —susurró Heechul.
Matar es malo. Matar es malo. —Independientemente,
yo soy mi propio hombre. No respondo a nadie más que a mí mismo.
—Y yo —dijo Heechul.
—Y Heechul, —le dije. Porque era cierto.
—Y Shindgong —dijo Shindgong.
—Y Shindgong. —Porque eso también era cierto.
—Y tu madre —dijo Heechul—. Y tu padre. Y Minwoo. Y
el Rey.
—De acuerdo, ellos también. —No era mi propio
hombre en absoluto.
Jungkook sonrió. No era la sonrisa bonita que había
visto antes. —Bueno. Entonces le preguntaré al rey.
Hijo de puta. —Luchas sucio, Jeon, —me quejé.
—Oye, si tengo que hacerlo, entonces tú también,
—dijo, lo que trajo muchas más preguntas de las que quería tratar. Como,
¿alguna vez abandonaran al chaperón? ¿Se escaparon y follaron en el bosque?
¿Jungkook era virgen? Un dulce, dulce virgen con una gran, gorda...
Nope. Nope, nope, nope. Ni tan siquiera iría allí.
—No por mucho tiempo, —le dije a la ligera—. Muy
pronto, tendrás vida de casado. —Eso era más fácil de pensar.
—¿Oye, Jungkook? —preguntó Heechul—. Si estás tan
preocupado por la virtud de Jimin ... y su importancia para el reino,
¿por qué no te ofreces como voluntario para ser el chaperón? Como Caballero
Comandante de la Guardia del Rey, nadie es más cualificado que tú para asegurar
la seguridad de su trasero.
Murmuré dos sílabas oscuras mientras el verde
revoloteaba alrededor de los bordes de mi visión. Chasqueé los dedos y la boca
de Heechul estaba atada con un cordel brillante. Él me fulminó con la mirada
mientras Shindgong se reía de él. Heechul era un unicornio, así que su magia
contrarrestaría la mía en unos cuantos minutos, pero por ahora lo calló. Había
llegado el momento de acabar con esto, y Jungkook se reiría y me reiría
(mientras me marchitaba lentamente por dentro), y luego volvía dentro y
encontraba alguna forma de trasladarme a otro continente.
Y entonces Jungkook dijo, —Es una buena idea. Se lo
diré al rey de inmediato. —
Se volvió sobre sus talones y comenzó a caminar
hacia el salón de baile.
Porque. ¿Qué? —¡Oye!
—No te preocupes —me gritó por encima del hombro—.
Será una gran primera cita. Ya lo verás.
Y luego se fue.
—¿Qué coño ha pasado? —respiré.
La magia de Heechul finalmente anuló la mía y el
hilo cayó y desapareció. —Me enamoré de Jungkook, te pusiste celoso, luego me
desenamoré de él porque me parecía necesitado, me amordazaste, me puse medio
cachondo porque me recordaba a Siwon, y ahora tienes una cita con Jungkook.
¡Vaya! Quiero decir Chanyeol. Dios mío, estoy deprimido. ¡Qué larga noche!
Shindgong, llévame a la cama o me perderás para siempre. ¡Adiós, Jimin! ¡Adiós!
¡Buenas noches! ¡Adiós!
Y mi noche terminó conmigo solo entre las flores de
mi madre diciendo — Espera, ¿qué? —Mientras miraba a las estrellas y deseaba
cosas imposibles.
Capitulo 6