Capitulo 1
Jimin...
¿Puedes decir yum?
Yo puedo. Había visto
un montón de hombres sexys en los últimos años, especialmente en mi línea de
trabajo, pero no recordaba haber visto jamás uno tan sexy como el hombre que
estaba sentado al otro lado de la barra. Le daba un nuevo significado a las
palabras ‘sexo en un palo’.
Era simplemente
hermoso.
Y tenía toda mi
atención. Tenía la atención de mi pene, también. Desde el segundo en que lo vi,
pasé de solo revisar a la multitud a encontrarme sobre una superficie plana con
él jodiéndome hasta que no pudiera caminar. Y solo fue cuestión de segundos.
Eso podría haber sido un nuevo récord para mí.
Sí, era fácil.
¿Y qué jodidos?
Conocía una buena
jodida cuando veía una, y este tipo prometía hacer todos mis sueños realidad y
tal vez inventar algunos nuevos. Él era el sexo personificado. Cristo, ni
siquiera podía caminar por el cuarto sin que los ojos de todos en el lugar se
giraran a verlo. El poder de sus pasos era suficiente para hacer hormiguear a
mis bolas.
Había algo autoritario, peligroso, algo para ser temido. Era
casi como si todo el aire en el club se hubiera chupado en el momento en que
entró. Este era un hombre que sabía lo que quería y no tenía miedo de tomarlo.
Y si tenía suerte, me tomaría esa noche.
Sé que tengo buena
apariencia. Infiernos, estoy malditamente cerca de ser material de Miguel
Ángel. O eso es lo que me habían dicho. Mi aspecto era tanto una bendición como
una maldición. Soy lo suficiente lindo para que por lo general tenga lo que
quiero, pero nadie me toma en serio.
Bufé conmigo mismo en
voz baja.
Si solamente...
Al parecer, el cerebro
no va de la mano con la apariencia. Tienes uno o el otro. He sido bendecido con
una increíble buena apariencia, lo que significaba que tenía que ser tan tonto
como una caja de piedras.
Había momentos que
amaba mi apariencia, y sin duda sabía cómo usarla. Podía mover mi culo y tenía
a los hombres inclinándose a mis pies. Eso a menudo mantenía un techo sobre mi
cabeza y comida en mi estómago. Ni siquiera podía contar el número de veces que
me habían dicho que tenía el más dulce culo del universo.
Mi culo era realmente
mi obra maestra. Era fuerte, redondo lo suficiente como para estar en un puño,
y curvado hacia afuera de mis pantalones, como un sueño húmedo. Agreguen mis
abdominales muy bien esculpidos, piel bronceada y sedosa, ojos azules celeste y
cabello rubio claro, tenía el paquete completo.
Con un poco de suerte,
esta noche eso me ganaría unas cuantas horas en la cama del señor Sexy.
Infiernos, ni siquiera le cobraría. Sólo quería sentir sus abundantes grandes
músculos sudando sobre mi cuerpo mientras me jodía en el colchón.
O cualquier superficie
plana.
Tan bueno como se veía,
aceptaría una superficie redonda en este momento.
No hice caso de los hombres
que se dirigían a mí y estiraban las manos para acariciar mi piel, me paseaba
por el cuarto con un poco más de movimiento de mis caderas. Mi objetivo estaba
a la vista, y yo iba a matar.
Supe el momento en que me
vio. Podía sentir mi piel comenzar a sentir un hormigueo y mis bolas tensarse
acercándose a mi cuerpo. Mi pene estaba duro como roca. Tensando los pantalones
que usaba, sabía que mi paquete estaba expertamente delineado en la delgada
tela.
Ente más me acercaba, más se
calentaba mi piel. Casi podía sentir su pene pulsando dentro de mí. Mi agujero
pulsaba alrededor del tapón que había insertado en mi culo esta noche en
anticipación. Sabía que iba a ser jodido cuando salí de mi pequeño departamento
esta noche. No sabía por quién.
Hasta ahora.
Pasé un dedo por el cuello de
mi blanca camisa y luego dejé que mi mano perezosamente bajara por el frente de
mi pecho mientras me lamía los labios. Casi podía oler la excitación del hombre
aumentar mientras observaba el pequeño movimiento de mi lengua. La dejé fuera y
la moví sobre mi labio inferior.
«Así
es. Muéstrame que estás interesado, hermoso».
Ignoré
las miradas impactadas de los otros hombres sentados a la mesa con mis ojos
dulces. No me preocupé por ellos. No existían en lo que a mí respecta. Nadie lo
hacía, excepto el hombre que se giró hacia mí y extendió sus gruesos y
musculosos muslos en una silente invitación.
Era una invitación que
no tuve reparos en aceptar.
No he dicho una palabra de
cómo yo montaba a horcajadas sobre los muslos de los hombres como un experto
jinete de toros. Del deseo que pude ver arder en sus ojos azul intenso, las
palabras no eran necesarias. Él sabía exactamente por qué estaba ahí, tanto
como yo. Pude sentir su duro pene presionándose contra mi culo, como si
palpitaba su acuerdo.
Sentí un estremecimiento
involuntario recorrer mi cuerpo cuando las grandes manos del hombre rodearon mi
cintura. No bromeo, era tan grande que podía rodear casi por completo toda mi
cintura.
Y no, tampoco me estaba
alejando. Me estaba jalando más cerca. Dios, mi jodido pene dolía. Mi necesidad
crecía con cada segundo que pasaba. Sabía que si no tenía el pene de este
hombre en mi culo en los próximos cinco minutos, me iba a correr sin él.
¿Y no sería esa la cosa más
triste en la tierra?
Sentí un poco de miedo cuando
mi camisa repentinamente fue abierta desgarrándola, trozos de tela volaban en
todas direcciones. Ese miedo se alejó cuando sentí las deliciosas manos moverse
sobre mi pecho, colocándolas sobre mis pezones y jalándolos.
Dejé caer mi cabeza sobre mis
hombros, y el primer sonido entre nosotros salió de mis labios. Era un sonido
ininteligible, pero claro como el cristal en su volumen. Un profundo gemido de
necesidad. Mi necesidad. Oh Dios, sabía que sería perfecto. Sabía justo cuán
duro jalar mis pezones, cuánta presión usar para llevarme al borde mismo de la
felicidad.
Esa felicidad fue arrancada súbitamente de mí cuando un
profundo dolor se inició en mi cabeza. Parpadeé en shock, no por el dolor
causado por la mano del hombre que jalaba mi cabello, sino del calor que podía
ver formarse en sus ojos azules, volviéndose más oscuros con cada segundo que
pasaba.
¡Sí!
Él me quería.
Cuando usó la mano que me
agarraba del cabello para empujarme hacia abajo a mis rodillas entre sus
piernas, no pudo evitar sonreír. Yo sabía lo que quería. Era lo que la mayoría
de los hombres querían, sobre todo después de que consiguieran un buen vistazo
a mis muy llenos labios. Usualmente parecían como si hubiera estado chupando
algo o hubiera recibido un puñetazo en los labios.
Como he dicho, sabía que me
veía bien. Si no era mi trasero de burbuja lo que buscaban, eran mis labios.
Parecía que podría chupar el cromo del enganche de un tráiler. Técnicamente, no
podía, pero eso no me impedía intentarlo. Y eso era algo que hacía bien. No
tenía ninguna duda que tendría al hombre en la palma de mi mano —o entre mis
labios— en menos de un minuto.
Sí, yo era en eso
malditamente bueno.
¿He dicho que no tenía
reflejo nauseoso?
Es.
Todo.
Rápidamente bajé el cierre
del hombre y saqué su pene. Podía sentir mi corazón saltarse un latido en mi
pecho antes de que mi mano sacara el totalmente lleno pene del hombre de sus
pantalones. Una vez que conseguí un buen vistazo a la monstruosidad que saqué,
empecé a tener mis dudas sobre mi capacidad.
Sus manos no eran lo único enorme. Él colgaba como un jodido
caballo. Su pene era tan grueso que ni siquiera podía cerrar la mano
completamente alrededor, y tenía serias dudas de poder cubrir cada centímetro
de su longitud aunque tuviera cuatro manos. Tenía que ser por lo menos
veinticinco centímetros de largo.
Bueno, podría estar en
problemas.
La mano en mi cabello se
curvó fuerte. Cuando levanté la mirada, las oscuras cejas del hombre se
arquearon como si me desafiara. Yo nunca, nunca, dejé que nadie me desafiara a
hacer algo y no seguir adelante. Empecé esto y lo iba a terminar.
Manteniendo la mirada fija en
el alto y oscuro hermoso, bajé cuidadosamente mi boca y tragué solo la punta
del pene del hombre. Mis labios ardían mientras se extendían alrededor de su
grueso eje.
¡Oh mi Dios, joder!
Las gotas de pre-semen que
inundaban la cabeza del pene del hombre hormigueaban en mi lengua, inundándome
con el más exótico sabor que hubiera probado en mi vida. Yo había esperado
ácido, porque seamos sinceros, el sabor del semen de la mayoría de los hombres
es amargo.
Este hombre sabía a especies.
Picante.
Irresistible.
Infiernos, sabía a la
ambrosía de los dioses. Yo en serio podría volverme adicto y chupar a este
hombre gratis de forma regular. Incluso podría rogar por una oportunidad.
Lástima que este era un trato de una sola vez. Nunca daba segunda vez.
Estaba seriamente considerando lo de la segunda vez después
de saborear a este hombre. Pero yo no necesitaba equipaje. Solo quería salir,
incluso si eso significaba dejar al señor Sexy. Sólo rezaba para que tuviera un
realmente buen poder de recuperación. No quería terminar con él en un largo
tiempo.
Acaricié con mi lengua la
cabeza de su pene y esperé a que mis labios se estiraran alrededor de él lo
suficiente como para tragarlo. Era obvio que iba a tomarme un poco más de
esfuerzo de lo normal, chupar a este hombre. Mentalmente me encogí de hombros.
Oh, bueno. Él tenía el potencial para darme una realmente buena monta. Podría
poner un poco más de esfuerzo para eso.
Traté de hacer precisamente
eso. Una vez que mi boca se había adaptado a su tamaño, lamí un camino desde la
punta de su pene hasta la raíz y luego un poco más hacia abajo. Sentí la mano
del hombre apretar mi cabello mientras chupaba una de sus bolas dentro de la
boca. Oh, sí, a él le gustaba eso. Podía decirlo.
Tomé la otra bola en mi boca,
rodándola con mi lengua antes de lamer la línea hacia arriba a la gruesa vena
en un lado. En el momento en que llegué a la ranura de la cabeza de su pene,
tomé el pre-semen que se había formado y empezaba a gotear por los lados de su
pene. Me empeñe en lamer cada gota hasta que mi boca explotó con el sabor.
Otro gemido largo y profundo
salió de mis labios mientras lentamente lo chupaba hacia abajo. Tomé alrededor
de la mitad de la impresionante erección del hombre antes de tener que hacer
una pausa y tomar una profunda respiración por la nariz. Una vez que tenía más
aire en mis pulmones, continué.
Seré el primero en admitir que tenía un poco de ego.
Cualquiera vería la manera en que lo tomaba. No podría entrar en un cuarto sin
tener a los hombres y mujeres, lujuriosos tras mi cuerpo. Pero la lujuria que
estallaba en la profundidad de esos ojos azules del hombre mientras lo tragaba
hasta que mi nariz se encontró con su vello púbico, fue el impulso más grande
al ego que jamás hubiera recibido.
Me hizo sentir como si pudiera
conquistar el mundo. Quería más. Lentamente empecé a mover la cabeza,
chupándolo, mis mejillas se hundían y movía los labios en su grueso pene.
Quería saborear cada centímetro mientras se movía a través de mi boca.
Una vez que lo tomé, fui
capaz de moverme más rápido. Movía rápido la boca arriba y abajo del pene del
hombre mientras él jodía mi boca, fácilmente lo tragaba hasta la raíz en cada
ocasión. Aun así podía sentir las exquisitas gotas de pre-semen cada vez que lo
tragaba, y Dios, eso era jodidamente fantástico.
Cuando las bolas del hombre
comenzaron a subir y tensarse en su cuerpo, aumenté la velocidad de mis
movimientos, chupándolo hacia mi garganta cada vez más rápido, cada vez
hundiendo mis mejillas subiendo a la punta.
Sabía que el hombre se estaba
acercando, y quería que recordara esta mamada como la mejor que hubiera
recibido. Cuando su pene comenzó a hincharse, mis ojos se abrieron, y me
ahogaba. El hombre se limitó a sonreír y sostuvo mi cabeza en su lugar con su
mano en la parte posterior de mi cabeza.
De repente no podía llevar
aire a mis pulmones. Traté de respirar por la nariz, pero estaba enterrada en
el vello púbico del hombre que me metía el pene hasta el fondo de mi garganta y
se corría con un ruido sordo.
Chorro tras chorro de su semen fue descargado dentro de mi
boca. Tragué tan rápido como pude, pero podía sentir gotas deslizarse hacia
afuera por los bordes de mi boca. Trataba de tragar cada gota, pero no pude.
Cuando la presión en la parte posterior de mi cabeza se liberó, levanté la
cabeza, el pene del hombre salió de mi boca con un sonoro pop, y me dediqué a lamer cada gota de semen que pude encontrar.
Cuando el eje del señor Sexy
estaba todo limpio, con mucho cuidado lo puse de nuevo en sus pantalones, pero
no subí el cierre. Estaba realmente esperando que nuestro tiempo juntos no
hubiera terminado. Mi necesidad había ido creciendo mientras lo chupaba, y si
no tenía un pene en mi culo muy pronto, iba a gritar.
No sería una bonita vista.
Cuando repentinamente fui levantado
del suelo e inclinado en la mesa, sabía que mis sueños estaban a punto de
cumplirse. Tuve un ataque repentino de miedo cuando me acordé de lo grande que
era el hombre y que mi tapón ni de cerca era tan grande.
«Esto
podría doler».
Mis
pantalones fueron jalados hacia abajo por mis piernas. Rápidamente siguió mi
camisa hasta que estaba acostado en la mesa exhibiéndome desnudo a excepción
del tapón en mi culo y los zapatos en mis pies. Mis piernas fueron separadas y
sentí al enorme hombre acomodarse entre ellas antes de que pudiera protestar.
Rodé
los ojos. Como si fuera a protestar. No lo haría.
Escuché
una divertida risa mientras el tapón en mi culo era movido. Me estremecí con
deleite. Se sentía tan condenadamente bien que jugara con el tapón, lo sacaba y
lo empujaba y lo movía alrededor rozando mi próstata.
Aunque,
un pene se sentiría mejor.
Me
encontré haciendo la única cosa que nunca había hecho. Rogar. —Por favor.
Sí,
estaba malditamente necesitado.
El tapón fue retirado
de mi culo, y otra cosa lo sustituyó. Eso era caliente y suave y ¡oh Dios! era
enorme. Sentí cómo mi culo estaba siendo abierto en dos mientras el hombre
lentamente se empujaba hacia delante, hundiendo su enorme pene en mi estrecho
agujero.
En el momento en que sentí
sus muslos rozar contra mis nalgas, pensé que podría ser capaz de saborear el
pene del hombre en mi garganta. Eso era cuán lejos en mi interior estaba. Me
aferré al borde de la mesa y trató de no estremecerse cuando se detuvo dentro
de mí.
Necesitaba que se moviera,
que me jodiera, que hiciera algo. Yo estaba empalado en un tablón de dos por
cuatro, y el hombre estaba allí de pie, sin moverse. Me estaba volviendo loco.
Mi culo se estiraba tan grande que sentí que podría partirse a la mitad, y
dolía.
Mi corazón subió a mi
garganta cuando sentí las manos del hombre palmeando mis nalgas, casi me aparto
en señal de protesta. No estaba en esa cosa de las nalgadas. Ese no era uno de
mis kinky.
Y entonces esa larga y
poderosa mano me golpeó de nuevo justo cuando el hombre comenzó a moverse.
Cualquiera que fuera la protesta que iba a dar se perdió en el grito de éxtasis
que salió de mi garganta.
Cada centímetro del pene del
hombre rozaba mi dulce punto mientras el hombre salía y entraba. Por un loco
segundo me pregunté si el pene del hombre estaba específicamente diseñado sólo
para mi culo. Se sentía como si estuviera llenando cada centímetro de mí como
si se suponía que debía encender todos los nervios en mi culo.
Era jodidamente fantástico.
Incluso, mejor de lo que había esperado.
Cuando tomó mis caderas
estaba en el borde de la mesa y entonces levanté mis rodillas, todo lo que
podía hacer era gemir. Mi culo estaba siendo golpeado cada vez que el hombre se
empujaba dentro de mí a un ritmo que era francamente muy sorprendente. Apenas
podía registrar el hecho de que él se retiraba antes de que se empujara de
nuevo dentro de mí.
Repentinamente fui levantado
por los brazos del hombre. Y entonces se sentó, arrastrándome en su caída.
Mientras mi cuerpo se acomodaba sobre el suyo, su pene en mi culo se deslizaba aún
más adentro, lo que me sorprendió un infierno. No creía que pudiera entrar más
dentro de mí.
Mis piernas fueron abiertas
hasta que estaban sobre los muslos del hombre y mi espalda fue jalada contra el
sedoso y sudoroso pecho del hombre. Sentí algo pequeño y redondo presionándose
contra un lado de la espalda y me di cuenta de que el hombre tenía un pezón
perforado.
«Oh,
lo que podría hacer, jugando con eso un rato».
Mientras que las nalgadas no eran mi
kinky, amaba los pirsin en los pezones. Solo que era demasiado gallina para
tener uno en los míos. Odiaba las cosas afiladas, puntiagudas como agujas. Me
daban escalofríos.
Todo
pensamiento de pirsin, agujas, y respirar salió de mi mente cuando sentí una
mano alrededor de mi pene. Estaba tan sensible que juro que podía sentir un
cosquilleo en mis bolas cuando el hombre comenzó a acariciarme.
Tal
vez era sudor.
No
me importaba.
En
serio.
Sólo necesitaba que el
magnífico pene no dejara de llenarme. Estaba tan cerca que casi podía
saborearlo. Lo necesitaba tan jodidamente urgente. Cada centímetro de mi piel cosquilleaba. Yo estaba enrojecido
por el calor y estaba cada vez más caliente. Empecé a sentir que mis entrañas
estaban hirviendo.
—Por favor —le rogué.
Sí, yo estaba rogando.
De nuevo.
No lo podía evitar. Se sentía
tan malditamente bien. Nadie nunca me había jodido de esta manera. Podía sentir
mi sangre latiendo en mi cuerpo mientras me empalaba en el pene del hombre una
y otra vez, mi estrecho, abusado pequeño agujero, gritaba en agonía mientras se
extendía más allá de la imaginación.
Y se sentía tan malditamente
bien.
Repentinamente una mano tomó
un puñado de mi cabello, jalando mi cabeza a un lado. Parpadeé sorprendido
cuando algo de mi placer comenzó a desvanecerse. Oscuro ojos negros fijos en
los míos.
Espera.
¿Ojos negros?
«Uh…
»
—¿Me
aceptas?
«¿Huh?»
Solo
parpadeé confundido hasta que la mano alrededor de mi pene apretó casi hasta el
punto de dolor.
—¿Me
aceptas?
—Sí —murmuré.
Infiernos, diría lo que quisiera si simplemente seguía jodiéndome.
La profunda feroz sonrisa que
cruzó el rostro del hombre debería haber sido mi primera advertencia. En
realidad, debería haberlo sido. Y si no hubiera tenido ese enorme pene en mi
culo y su mano alrededor de mi dolorosa erección, sumergiéndome en eso,
mordiendo solo un poco más de lo que podía masticar.
Pero, tenía su enorme pene en
mi culo y su mano envolviendo mi dolorosa erección. Entonces, cuando un orgasmo
de proporciones épicas recorría mi cuerpo, empujé lejos las campanas de alarma
que sonaban en mi cabeza y me hundí en el dulce olvido del éxtasis.
Y eso iba a lamentarlo.
Capitulo 2
No hay comentarios:
Publicar un comentario