CAPÍTULO
4
Tragaré
Cualquier Cosa Por Ti
—CALIENTE COMO EL infierno, chico, —cacareó Heechul
cuando entré en la Sala del Trono—. Te ves bien.
Y era cierto. Después de hacer pucheros y
refunfuñar a Heechul y en general sentir pena de mí mismo, decidí que era una
completa y total mentira. Yo era impresionante y épico y nadie tenía derecho a
hacerme sentir como una mierda, ni siquiera el príncipe Yugyeom. Así que decidí
ir a muerte.
Mi cabello estaba demasiado lacio en mi cabeza, así
que me senté frente al espejo y corté los costados, rapándolo cerca de mi cuero
cabelludo. Dejé un poco de longitud en la parte superior y lo puse de punta con
un poco de gomina suave que había comprado en el Mercado. Cuando terminé, mi
cuello parecía más largo, mis pómulos más altos, mis ojos más brillantes. Guiñé
un ojo al espejo y luego me di cuenta de que eso era lo que hacían los
gilipollas, así que juré que nunca volvería a hacerlo.
Me puse los pantalones negros que resaltaban mi
culo. Y aparentemente mis pelotas, porque eran muy apretados. Me pregunté a
cuántas torpes conversaciones conducirían.
Llevaba el jubón rojo que mamá había sugerido,
apretándolo firmemente en la cintura. Las mangas se adaptaban a mis hombros y
brazos.
Lustré las jodidas botas. Huelga decir que me parecía
a una prostituta de alto standing cuando me llamaron a mi habitación.
—Te dejaría pasar la noche y luego te tomaría de
desayuno, —dijo Heechul.
—Eso es... extrañamente bonito, —admití—. Gracias.
También te quiero para el desayuno.
Él suspiró. —Lástima que seas como mi hermano
mayor. Podríamos haber sido algo especial.
Entrecerré mis ojos hacia él. —¿Mayor? ¡Tienes
setenta y seis años!
—¡Bu! zorra, —dijo—. Ahora es tu turno de decirme
lo increíble que estoy yo.
—Se paseó muy cerca alrededor de mí en un círculo.
—Parece que no tienes setenta y seis años —dije.
Me fulminó con la mirada. —Inténtalo de nuevo.
—Te ves maravilloso.
—Sabía que había una razón por la que mantenerte
alrededor.
—Alegría. Sostener tu ego es el trabajo de mi vida.
—Asegúrate de no estornudar o tirarte un pedo esta
noche, ¿de acuerdo? Tus pantalones están tan apretados que estoy bastante
seguro de que se rasgarán. No quisiera que el Caballero Cara Deliciosa
obtuviera una muestra de las mercancías junto con todos los demás.
Gruñí. —Si se mira lo suficientemente cerca, se
puede ver todo. Es como si fuera un anuncio para la circuncisión.
Miró de cerca. Fue muy desconcertante tener a tu
mejor amigo unicornio gay estudiando tu pene de manera intensa. Finalmente, dio
su veredicto. —Es un pene muy bonito.
—Gracias. —Porque lo era.
—No tan grande como el mío, sin embargo.
—Adiós, autoestima y sentimientos de seguridad. Fue
muy agradable conocerte.
—Bah —dijo Heechul—. El Caballero Cara Deliciosa no
sabrá qué le golpeó.
—Uh, sí lo hará. Su novio.
—¿Quieres que lo pisotee?
—Tan impresionante como el asesinato premeditado de
la realeza sería, no tengo ganas de causar la muerte del Rey en espera. Eso
podría estar en contra de la ley. O algo así.
—Puedo hacer que parezca un accidente, —dijo—. Lo
he hecho antes.
—Recuérdame que nunca te moleste.
—Me molestas todo el tiempo.
—Hasta el punto de asesinato, —modifiqué.
—Yo nunca te mataría, —me aseguró—. Te mutilaría.
Pero nunca asesinaría.
—La mayoría de la gente piensa que eres dulce y
esponjoso. Todo es mentira.—La Sala del Trono sonaba llena, si el ruido del
otro lado de las Puertas Grandes significaba algo. Intenté mirar a través de
las puertas, pero no pude ver nada. Maldita destreza arrogante.
—Dime cuándo —dijo Heechul—. Yo me encargo del
resto.
—Tentador. Pero no. Ni siquiera me importa el
estúpido Jeon Jungkook y sus estúpidas manos magníficas o su estúpido novio
perfecto. Esta noche es todo sobre mí.
—Me alegra que lo pienses así —dijo Minwoo,
subiendo detrás de mí—. Sin duda hará las cosas mucho más fáciles.
Me volví hacia mi mentor. Llevaba túnica azul
oscuro adornada con la cimera* del Rey cosida cuidadosamente en la
espalda. Había trenzado flores en su barba al igual que la de Heechul. Eran
absolutamente adorables y tuve que detenerme de pellizcar las mejillas de
Minwoo y suspirarle. No le gustaba cuando lo hacía.
Pero espera. —¿Qué irá más fácil esta noche?
—Estreché mis ojos hacia él.
Él se encogió de hombros. —Dijiste que esta noche
era todo sobre ti. Estoy seguro de que algo vendrá para ayudar a facilitar tu
deseo.
—Minwoo, te juro por los dioses si has...
Mago astuto. —Oh mira. Estamos siendo llamados.
Y lo fuimos. Las Grandes Puertas se abrieron y se
oyeron cuernos y la Sala del Trono quedó en silencio. Mil pares de ojos se
posaron sobre nosotros. Siempre odié esta parte.
Caminamos por el centro de la Sala del Trono, una
alfombra roja bordada a nuestros pies. Encima, las lámparas brillaban
intensamente, las paredes cubiertas de banderas rojas y azules, los colores de
los Caballeros de Verania.
Mamá y papá estaban sentados cerca de la parte
delantera, Shindong al lado de ellos al final, dominando a todos los demás.
Todos me sonrieron y Shindong dijo —Me gustan tus pantalones, —Muy alto, lo
que, por supuesto me hizo sonrojar y casi tropezarme con mis propios pies
mientras las risas se levantaban a mi alrededor, junto con algunas miradas
apreciativas. Por suerte, Heechul estaba pavoneándose regiamente cerca de mí y
dejé caer una mano en la inclinación de su cuello.
Minwoo solo puso los ojos en blanco.
Lo había hecho muchas veces antes. Estar frente a
grandes multitudes. No sabía por qué esta vez me hacía sentir tan incómodo. Tal
vez era porque tenía más ojos en mí de lo normal. Traté de pensar en una manera
de cubrir mi entrepierna sutilmente sin llamar la atención, pero me quedé en
blanco.
Los caballeros entraron al lado de las puertas a
ambos lados de la Sala del Trono. Se alinearon en los bordes exteriores de la
habitación, armaduras resplandecientes y brillantes, escudos pulidos y espadas afiladas.
No vi a Jungkook, pero obviamente ni siquiera lo buscaba en absoluto, así que
no importaba.
—Vendrá después del rey —me susurró Minwoo.
—No tengo ni idea de quién estás hablando,
—susurré.
—Está mintiendo —susurró Heechul— Puedes decirlo
porque está sudoroso.
Y antes de que yo pudiera responder con lo que
estoy seguro que habría sido una réplica devastadoramente ingeniosa
("¡Todo tu cuerpo está sudoroso!"), La multitud se puso de
pie y los caballeros llamaron a la atención de que el Buen Rey Ji-Hu de Verania
y su Hijo, Gran Príncipe Yugyeom de Verania, eran anunciados.
—No es tan grandioso, —murmuré.
—Mediocre en el mejor de los casos —Heechul estuvo
de acuerdo—. Su pelo es bastante fabuloso, sin embargo.
—Sí, si te gusta ese tipo de cosas.
—A la mayoría de la gente le gusta el pelo —dijo
Minwoo—. El suyo es ondulado y de ensueño. Ahora cállate.
El rey llevaba ropajes largos y fluidos hechos de
los mejores materiales con joyas rojas y azules cosidas en los bordes. La
corona de su cabeza era a la vez llamativa y ridícula: oro, diamantes, rubíes y
zafiros. Él me dejó sostenerla una vez cuando se había emborrachado con vino de
manzana. Pesaba como seis kilos. Eso, junto con el cetro de metro y medio de
largo y parecía que debería tener un par de prostíbulos en lugar de ser un rey.
Se había reído tan fuerte cuando le dije eso después de que me había
emborrachado con vino de manzana. No todos los días alguien lo llamaba
proxeneta. Y el vino de manzana es engañosamente fuerte.
Me vio esperando junto a Minwoo y me guiñó un ojo
al acercarse al trono.
Naturalmente, no conociendo realmente mi lugar, le
guiñé un ojo de vuelta lascivamente. Podía apreciar al hombre mayor. Tenía
ojos, después de todo. Él era alto y fornido y llevaba un bigote que se curvaba
en los extremos. Heechul y yo estuvimos de acuerdo en que era
un KILF* total.
—Jimin, —dijo mientras se paraba delante de su
gente—. Me alegra que hayas vuelto de una pieza.
—¿Había alguna duda, mi señor? —le dije.
Él sonrió. —¿Contigo? Nunca se puede estar muy seguro.
—Me hiere.
—Nah. Estoy seguro de que Minwoo se encargará de
eso por mí. Creí oírle murmurar sobre el bronceado de tu piel cuando finalmente
volviste.
—Habrá un castigo adecuado, —aceptó Minwoo.
—Debería haberme quedado en esa cueva.
—Y Heechul —dijo el rey con calidez— Eres como el
sol en un día de otro modo sombrío.
—Su bigote parece que haría cosquillas —dijo
Heechul—. Se ha hecho más largo.
—Y más grueso —dijo el rey.
—Estoy tan asqueado en este momento, —dije—.
Realmente nunca pillé eso del coqueteo.
—Eso es obvio, —dijo Heechul.
—Quiero decir entre vosotros dos. Alguien
definitivamente hizo entrar a raudales un montón de descaro antes de llegar a
la fiesta de hoy.
—Es simplemente un acuerdo mutuo sobre los
atributos estéticos de cada uno, —dijo el Rey.
—Eso y el hecho de que eres como un fetiche de papi
andante —dijo Heechul.
Yugyeom hizo un ruido extraño al lado del rey y
levanté la vista para verlo mirándonos fijamente. En concreto a mí. Le sonreí.
Su ceño se hizo más profundo.
—¿Tal vez deberíamos pasar a la razón por la qué
estamos aquí? —preguntó Minwoo, sin malicia. Probablemente era lo mejor.
Tendíamos a distraernos muy fácilmente, incluso si había miles de personas que
nos miraban, sin duda escuchando cada palabra que habíamos dicho.
Así que el Rey se puso de pie ante sus súbditos y
pronunció un largo y sinuoso discurso sobre la unidad y el amor y el poder de
Verania, bla, bla, algo, algo. Lo había oído mil millones de veces antes, así
que era fácil desconectarse. Escudriñé a la multitud, escogiendo caras
familiares, amigos y enemigos por igual. No todo el mundo en Verania apreciaba
la magia. Algunos llegaron a verlo como algo malo, el don de un demonio, pero
eran pocos y distantes entre ellos. Vivimos en una era más moderna de la ciencia
y el amor libre.
Pero había muchas caras que no esperaba ver. Por lo
general, eran la vieja, rica y el nivel superior de la sociedad con sus ropas
de lujo y perfumes pegajosos.
Y algunos de ellos estaban allí.
Pero gran parte de la multitud era más joven de lo
normal.
Y muchos de ellos eran hombres.
Los hijos de los viejos y ricos.
Algo no estaba bien.
No fue hasta que escuché al Rey decir el nombre de
Jungkook que yo escuché de nuevo, porque estaba diciendo cosas
como valiente y desinteresado y amable y solícito y
cómo a los veinticinco años, Jungkook sería el Caballero Comandante más joven
en la historia. —Él es la verdadera definición de caballería, —dijo el Rey
Ji-Hu—. Desde sus compañeros a sus superiores...
—Y tu pene —me susurró Heechul.
Le pateé en la pierna en silencio. Resopló
destellos anaranjados.
—...El Caballero Jeon ha sido constantemente
elogiado y destacado por su coraje y valor frente a lo que a menudo se puede
ver como probabilidades insuperables.
—Definitivamente se puede montar, —me susurró
Heechul.
Le di un puñetazo en la garganta.
Y luego el Caballero Jeon Jungkook fue anunciado y
la multitud se volvió hacia las Grandes Puertas. Se abrieron y estoy bastante
seguro de que coros de ángeles estaban cantando y por lo menos catorce mujeres en
la habitación fueron espontáneamente embarazadas, maldita sea.
Su armadura era nueva, infundida con líneas de
piedra roja a través del peto para indicar el rango de comandante. Su espada
colgaba pesada al lado. Su escudo estaba atado a su espalda. Tenía los ojos muy
abiertos y el cabello peinado. Él era completa y verdaderamente hermoso.
—Ciertamente llena ese uniforme, —susurró Heechul.
—Me gustaría llenarle, —susurré en contestación
porque mi resolución para superar lo mío con él se había ido como el viento
inconstante. Lo que quería decir que quería tocar ese culo porque él era
caliente como el fuego.
Minwoo nos dio una patada a los dos.
Jungkook caminó con gracia y confianza, pero lo
había estado observando durante mucho tiempo. La línea tensa de su mandíbula.
Sus manos se curvaron a los costados. El más mínimo titubeo en sus pasos.
Estaba nervioso.
Y eso era adorable.
Y por alguna razón, sus ojos estaban en mí.
Y se quedaron conmigo hasta que él se paró ante el
Rey.
Por supuesto que lo hicieron.
Ni siquiera sabía qué hacer con eso. Estoy bastante
seguro de que estaba sudando en mis pantalones apretados. —Hoy ha sido tan
raro, —le susurré a Heechul.
—Creo que la palabra que estás buscando es erótico
—dijo de vuelta—. Hoy ha sido tan erótico.
Y entonces Jungkook miró hacia el rey y se
arrodilló sobre una rodilla, inclinando la cabeza.
—Se ve bien así, —murmuró Heechul en mi oído—.
Justo donde pertenece.
Me ahogué con mi lengua. Y saliva. Y el aire. Y
tosí muy fuerte. Se hizo eco en torno a la sala de piedra del trono.
Cada persona en la habitación se volvió para
mirarme.
—Lo siento, —dije a todos con un pequeño saludo—.
Lo siento. Un bicho voló en mi boca. Inevitable. Mi error. Por favor continúe
con el... Caballero. Cosa.
Heechul sonrió.
Yugyeom no se divertía.
Mis padres habían enterrado sus caras en sus manos.
Shindong me estaba dando un pulgar hacia arriba.
Minwoo parecía resignado a su destino.
El rey Ji-Hu me miró con cariño.
Y los ojos de Jungkook todavía estaban enterrados
en el suelo, pero lo vi luchando con una sonrisa. Quería decirle que me
tragaría cualquier cosa por él sólo para verle sonreír, pero me di cuenta de
que eso no era adecuado en la ceremonia-promocional, así que logré morderme la
lengua y en su lugar pensé en qué hechizo podría utilizar para modificar los
recuerdos de todo el mundo para que olvidasen lo que había ocurrido en los
últimos cuatro minutos. No sabía si teníamos algún ojo de águila en el
laboratorio. Pensé que habíamos usado el último después de ese tema con
los gecos* de fuego. Jodidos gecos de fuego.
Finalmente, todo el mundo apartó la vista de mí,
convencidos de que no iba a hacer otra cosa completamente estúpida.
El rey Ji-Hu se volvió hacia Jungkook y sacó su
espada y por el poder del Reino de Verania y palabras, palabras, palabras, él
ahora decretó al Caballero Jeon Jungkook como Caballero Comandante Jeon
Jungkook, a cargo del Octavo Batallón, y eso no hizo que mi corazón
trastabillase un poco. Porque el Octavo se mantenía cerca del castillo para
asegurar la seguridad de Su Alteza. La Guardia de Castillo del Rey.
Del Príncipe.
Y del Mago del Rey.
Y cualquier aprendiz que el Mago tuviera.
Estaba completa y totalmente jodido.
Porque esto era un juramento para el Rey. Un
juramento era lo más importante que un caballero podía hacer. Significaba que
estaba entregando su vida a aquellos a quienes se comprometía. Los juramentos
rara vez se rompían y si lo hacían, sólo se hacía por circunstancias
extraordinarias. Esencialmente, Jungkook le estaba dando todo al Rey, todo lo que
lo hacía quien era. Y como técnicamente yo era una extensión de la Corona,
estaba haciendo lo mismo por mí.
Principalmente.
Y así todos se levantaron y aplaudieron al
Caballero Comandante Jeon Jungkook y él esbozó esa sonrisa torpe suya, la que
era torcida, dulce y que causó que mi corazón hiciera una pequeña danza extraña
en mi pecho. Especialmente porque estaba dirigida a mí por alguna razón. Decidí
justo entonces que su mandíbula era fantástica y que su frente era la mejor
frente que se podía tener como frente. ¿Y también? Músculos. (No es que pudiera
verlos bajo la armadura de caballero, pero tenía una imaginación muy vívida y
no me avergonzaba usarla.) La sonrisa se desvaneció cuando se volvió hacia la
multitud que aclamaba.
Entonces el rey decidió dejar caer dos bombas en
una sucesión tan rápida que estoy bastante seguro de que todo el mundo dentro
de un radio de cuatro millas se cagó encima colectivamente.
¿La primera?
El Rey dijo: —Y estoy muy contento de decir que
esta misma tarde, mi único hijo, Gran Príncipe Yugyeom de Verania, pidió la
mano de nuestro nuevo Caballero Comandante en matrimonio. Y no podría haber
dado mi bendición con más orgullo. Una vez que el príncipe Yugyeom asuma el
trono, Jungkook será el Rey Consorte de Verania.
Todos jadearon.
Heechul dijo, —¿Qué cojones?
Mis padres parecían molestos.
Shindong parecía homicida.
El príncipe sonrió ampliamente.
Minwoo frunció el ceño.
El rostro de Jungkook estaba completa y totalmente
relajado.
Y estaba en silencio.
Así que, siendo la gran persona que soy, decidí
romper el silencio, incluso cuando mi propio corazón se estaba rompiendo.
Porque eso es lo que hacen las personas impresionantes. Ellos dan un jodido
paso adelante y se aseguran de que las cosas vayan bien. Así que dije: —¡Yaaay!
Salió sonando como si yo no quisiera decir eso en
absoluto.
Tomé un enfoque diferente.
Lentamente aplaudí.
Nadie se unió a mí. Ellos obviamente no sabían cómo
funcionaban las palmadas lentas.
Me aclaré la garganta.
Intentándolo otra vez. —¡Hurrrraaaaaaa! —Era un
poco más creíble.
Lentamente aplaudí un poco más.
Y resplandecí con saña.
Finalmente, la gente pilló la idea y se unió. Los
aplausos no eran tan resonantes como deberían haber sido, pero qué diablos
sabía yo. Estaba demasiado ocupado escribiendo baladas tristes a un amor no
correspondido en mi cabeza y planeando una vida donde mi mano sería mi novio.
Eso es hasta que el rey hizo su segunda
proclamación.
De perdición.
Su sonrisa era francamente alegre. —Y por suerte,
nuestro Jimin de lo Salvaje regresó justo a tiempo para las fiestas de esta
noche. Dado lo romántico de los últimos tiempos, en secreto he estado tanteando
el terreno y he invitado a algunos de los solteros más elegibles de la Ciudad
de Lockes para que él mismo pueda tener la misma suerte en el amor que mi hijo
y futuro yerno. Inmediatamente después de la fiesta, el salón de baile se
abrirá y bailaremos toda la noche, todo en nombre del romance. ¡Será mejor que
se apresuren, muchachos! Estoy seguro de que esta noche su tarjeta de baile se
va a llenar con bastante rapidez. Quiero decir, ¿han visto esos pantalones que
lleva puestos? ¡Si yo me balanceara de esa manera, lo arrebataría para mí! —Él
rió entre dientes, obviamente satisfecho consigo mismo.
Que idiota.
El público volvió a jadear.
Y algunos de ellos me miraron lascivamente.
Con sus cuerpos.
Heechul dijo: —¿Qué cojones?
Mis padres parecían sorprendidos.
Shindong parecía confundido.
El Príncipe estaba extremadamente radiante.
Minwoo me observó con cautela.
¿Y Jungkook?
Bueno.
Se levantó. Dio un paso hacia mí. Se paró. Inclinó
la cabeza.
Alguien en la audiencia dijo —Yaaaay.
Y luego comenzó a aplaudir lento.
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