CAPÍTULO 3
Cara Llena De Descaro
HICIMOS UN TRIUNFAL regreso a la ciudad de Lockes,
sólo un día después de que Soobin el Hoja Oscura alcanzara su asqueroso final
en una cueva en los Bosques Oscuros.
Pete estaba de servicio en las puertas del
castillo. Se había hecho mayor y más gordo, había líneas alrededor de sus ojos,
y había perdido su cabello. Pero seguía siendo el mejor guardia del castillo de
todos los tiempos.
—Oh, estás metido en tantos problemas, —dijo cuándo
aparecimos.
Bueno, tal vez no el mejor de todos. Como el octavo
mejor.
—Calla, mi buen hombre, —le dije—. Estoy
paseando. Triunfante.
—Sí. Se suponía que ibas a pasearte por
aquí hace dos días.
—Bah.
—¿Vas a decirme qué pasó?
—Ni por asomo.
—Minwoo va a tener tu cabeza.
—Te dije que iba a estar cabreado —dijo Heechul
mientras se detenía frente a Pete. Pete sacó algunos trozos de manzana que
siempre guardaba para Heechul—. Eres mi favorito, —le dijo Heechul—. Jimin fue
capturado de nuevo.
Pete sonrió salvajemente.
—Tú, perra voluble, —dije—. Todo el mundo es tu
favorito cuando te dan algo.
—No puedo oírte, —dijo Heechul a través de un
bocado de manzana—.Demasiado ocupado comiendo delicias que se guardaron sólo
para mí.
—Quiero manzana, —dijo Shindong, y así Pete sacó
una Marcanian Red de su mochila. Tenía el tamaño de su mano y sabía que la
había traído específicamente para Shindong. Shindong sonrió y se la quitó.
—Te quiero, pequeño humano. —Shindong palmeó la
cabeza de Pete antes de morder la manzana por la mitad, con corazón y todo—.
Salvé a Jimin de la captura.
—Me alegro de que los dos se dejen dominar por las
frutas —le dije con un resoplido—. Vuestras lealtades son escandalosamente
desleales.
—Minwoo quería verte tan pronto como volvieras
—dijo Pete—. Sabes cuánto odia esperar.
—¿Escala del uno a estoy jodido? —le pregunté.
—Eh, —dijo Pete—. Más allá de jodido, ¿tal vez?
Gemí. —No es mi culpa.
—Nunca lo es, —me aseguró Pete—. Lo mejor es entrar
y acabar con eso.
—Me protegerás, ¿verdad? —le pregunté, poniéndole
ojitos.
—Ve allí, —dijo con una sonrisa—. Te veré más tarde
para cenar en el castillo. Se supone que esta noche es algo muy importante.
No había oído nada acerca de un banquete antes de
que me hubiera ido la semana anterior. Era una buena cosa haber vuelto cuando
lo hicimos. Si me hubiera perdido la celebración, se habría reflejado mal en
Minwoo. —¿Por qué?
Pete se encogió de hombros. —Promociones, creo. De
los caballeros. ¿Tal vez un caballero en particular?
Y mi boca se secó y estoy bastante seguro de que
tenía la media erección. —Dulces melazas, —suspiré.
—Prioridades, —me recordó Heechul antes de mirar a
Pete—. Jimin dijo que no tiene tiempo para un novio, mucho menos el Caballero
Cara Deliciosa.
—¿Me recuerdas por qué lo llamas así? —preguntó
Pete.
—Eh, bastante simple, Pete —dije—. Es un caballero.
Y su cara es deliciosa.
—¿Y le has dicho eso?
Encontré el terreno interesante para mirar.
—Cállate, Pete. No me importa. Cállate. Ni siquiera te conozco. Así que calla
tu boca.
—Jimin, Jimin triste, —dijo Shindong sucintamente.
—Jimin, —dijo Pete amablemente—. Tal vez deberías
arriesgarte, ¿sabes? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Me reí amargamente. —Um. Lo peor que podría pasar
es que se reiría en mi cara y luego me pegaría con su escudo y me golpearía al
suelo y después pisaría sobre mí mientras camina más allá de mí.
Todos me miraron fijamente.
—¿Qué? Dijiste lo peor. ¡Ni siquiera sabe mi
nombre!
Heechul resopló. Esta vez salió azul y amarillo.
—Estoy seguro de que sí. Eres el siguiente en la fila para ser el Mago del
Rey. Todo el mundo sabe quién eres. Y luego está el hecho de que
ambos viven en el mismo castillo y se ven cada día cuando estamos aquí. Y el
hecho de que hay suspiros involucrados.
—¡Eso no significa que me conozca! ¡Ni
siquiera me dice hola!
—Eso es porque corres lejos cuando muestra su cara
cerca de tu cara, —dijo Shindong.
—Eso no es ni remotamente cierto.
—Espero que no —dijo Pete—. Porque aquí viene él
ahora mismo.
Había corrido seis metros antes de darme cuenta de
que estaba mintiendo. Me di la vuelta y todos se reían de mí.
—Tontos, —dije con el ceño fruncido—. Tenemos que
ir a ver a Minwoo. Quiero sacar lo de gritar del camino para poder dormir
durante horas y horas.
—¡Piénsalo! —Pete nos gritó—. No te estás haciendo
más joven.
—¡Vete a la mierda! —contesté dulcemente.
SÍ, MINWOO estaba cabreado.
Mi llegada fue anunciada tan pronto como entré en
las puertas del Castillo Lockes. Traté de hacer que el locutor cerrara su boca,
pero él ya había tocado su cuerno y había gritado mi nombre, así que en vez de
eso me concentré en matar el impulso de empujar dicho cuerno por su garganta.
Minwoo tardó menos de veinte segundos en llegar al
vestíbulo de la Sala del Trono. Yo estaba muy impresionado, especialmente
cuando entró con una larga túnica roja fluyendo, viéndose todo tipo pateaculos.
Le dije eso mientras miraba mi ropa, pantalones y botas mugrientos de caminos
cubiertos de polvo. Mi jubón estaba desgarrado en las mangas. No me presentaba
muy bien. No me extraña que la gente me estuviera echando miradas extrañas.
—Dos días, Jimin—dijo con la voz plana.
—Y yo soy consciente de eso, —dije—. Y tengo una
explicación perfectamente buena.
—¿De verdad? —Dijo, arqueando una ceja—. ¿No
tendría, potencialmente, nada que ver con el hecho de que hay un Mago Oscuro
muerto en una cueva en los Bosques Oscuros?
Me estremecí. —Ah. Huh. Tenía la esperanza de que
las noticias no viajarían tan rápido y tendría la oportunidad de mentirte por
completo sobre no ser capturado.
No parecía impresionado. Lo sacó muy bien.
—En su defensa —dijo Heechul—, Soobin era un idiota
que me llamó caballo y nos ató con una raíz de bermellón, así que merecía ser
destrozado.
—No estás ayudando, —murmuré.
—Lo aplasté bien —dijo Shindong—. Parece un tomate
aplastado.
—¡Estaba monologando! —Le dije a Minwoo—. Sabes lo
que siento de los villanos monologando. En serio, sólo haz lo que vas a
hacer y deja de decirle a la gente acerca de ello.
Minwoo se frotó la cabeza como si le estuviera
dando dolor de cabeza. Lo que, para ser justo, a menudo hacía a mi alrededor.
Así que estaba completamente inseguro de si realmente estaba teniendo
un dolor de cabeza o si era más una cosa Jimin, Apestas. —Mi vida —murmuró—.
Esta es mi vida. Elegí esto para ser mi vida. Por elección.
Todos le sonreímos porque él era tan afortunado y
él era totalmente consciente de ello.
Él suspiró. —Esto es lo que vamos a hacer. Vas a
entregar el ajenjo porque supongo que no mostrarías tu cara aquí a menos que lo
tengas. Vas a ir a ver a tus padres, y luego te vas a bañar y dormir porque
pareces una mierda. Te vas a despertar tranquilo y refrescado y permanecerás
como tal, y vas a asistir a la fiesta de esta noche. Estarás a mi vista en todo
momento, y mañana, te patearé el trasero. Y entonces averiguaremos qué hacer en
caso de que los Oscuros busquen cualquier tipo de represalia por el hecho de
que uno de los suyos está muerto. ¿Tenemos entendimiento?
—Más o menos —dije—. No estoy tan seguro sobre la
parte de patear el culo...
Arqueó una ceja peligrosa.
—Completo, —dije—. Completo entendimiento. Lo comprendo
tanto, que ni siquiera puedo tener más comprensión de lo que tengo ahora.
—Bien. —Él extendió la mano y agarró mi cuello,
juntando nuestras frentes.
Sentí que nuestra magia se mezclaba, y solté un
suspiro de alivio. Se sentía tan bien estar en casa. —Me alegra que hayas
vuelto, —dijo en voz baja. Se apartó y se volvió hacia Heechul para frotarle la
oreja derecha de la forma en que hacía que su pierna trasera temblara y
pateara. Heechul suspiró feliz, y Minwoo le pidió a Shindong que lo acompañara
porque quería mostrarle algo en el laboratorio. Shindong tomó el ajenjo de la
mochila de Heechul y murmuró bajo a Minwoo, mientras desaparecían a través de
un arco de piedra que conducía hacia los cuartos inferiores del castillo donde
estaba nuestro laboratorio.
Heechul bostezó, las orejas moviéndose de un lado a
otro. —Me voy a la cama. Dile a tu mamá y papá que los veré esta noche. —Él
presionó su hocico en mi mejilla y yo protesté por el beso húmedo, pero sólo
porque eso es lo que hacíamos. No era tanto secreto que en secreto me
encantaba.
—Más tarde, —le dije, y él fue en la dirección
opuesta.
Pasé por la Sala del Trono, donde se preparaban
mesas para la fiesta de la noche. Las linternas festivas se colgaban por
encima, verdes y amarillas. Azules y rojas. La gente se movía de un lado a
otro. Me saludaron con la mano y saludé cansadamente mientras avanzaba hacia
los jardines de la parte trasera del castillo.
Sabía que mis padres tendrían hoy libre, y como aún
no eran las once, estarían en el jardín, mamá bebiendo té y papá extendiéndose
al sol. Si alguien se lo había ganado, eran ellos, así que estaba feliz de ver
que no estaba demasiado lejos de la marca cuando regresé al sol.
Bueno, mamá no estaba bebiendo té, y papá no estaba
relajado en la hierba.
Ambos estaban sentados ante una mesa de hierro y me
miraban.
—Maldita sea —murmuré. Fijé una gran sonrisa en mi
cara y les hice una señal—. ¡Oigan chicos! Qué lindo encontrarlos aquí.
Mamá no parecía divertida. Se levantó y se dirigió
hacia mí. Ella al menos tenía la decencia de verificarme primero para
asegurarse de que no estaba herido antes de que me lastimara por golpearme la
cabeza. —Para ser justos, —le dije—, no fue mi culpa.
—Nunca lo es, —dijo, los labios en una línea
delgada, los ojos oscuros destellando. Tomé más de ella en cómo me veía en
cuanto al pelo y los ojos oscuros, pero estaba atrapado entre ella y papá en el
color de la piel. Mi madre era oliva y mi padre era nieve, y yo estaba en algún
lugar intermedio, como si hubiera estado en la luz del sol toda mi vida. Pero
yo era alto como él, aunque decididamente no tenía el volumen que tenía, por
mucho que tratara de construirlo.
—Heechul dijo que yo era flaco y adorable, —le dije
porque lo acababa de recordar—. Le dije que era musculoso y peligroso.
Ella puso los ojos en blanco cuando papá se acercó
a ella. —Eres delgado — dijo ella con su acento melodioso, con palabras que
salían de su boca como notas musicales—. Y tú eres adorable, pero
todavía me gustaría retorcerte el cuello.
—Aww, —dije—. Yo también te amo.
—No es gracioso. —Papá frunció el ceño—. Estábamos
preocupados.
—Sabes que puedo manejarme, —dije, tratando de
mantener a todos y cada dolor de mi voz. Eran mis padres. Se suponía que tenían
que preocuparse—. Ya no soy un niño pequeño.
—Lo sabemos, —dijo papá—. Pero eso no importa. Nos
vamos a preocupar sin importar la edad que tengas. Especialmente cuando te
capturan. De nuevo.
—Dioses, —me maravillé—. ¿Qué tan rápido viajan las
noticias por aquí?
¡Esto acaba de pasar!
—¿Y un Oscuro? —Preguntó mamá—. En serio, Jimin.
¿Cuándo vas a aprender?
—¡Oye! ¡He aprendido! Aprendí mucho.
—¿Heechul y Shindong están bien? —preguntó papá,
porque eran familia tanto como yo.
Asentí. —Con todas sus piezas unidas y todo.
—Necesitas un corte de pelo, —dijo mamá, cambiando
de tema y causándome un latigazo emocional. Pero ella tenía razón. Estaba
llegando a ese punto donde estaba empezando a rizarse sobre la parte superior
de mis oídos y me hacía ver como si tuviera doce años.
—Lo haré cortar antes de que vuelva —les aseguré—.
Tengo que lucir lo mejor posible, ¿sabes? Hablando de eso, tengo que ir a
dormir por unas horas porque estoy bastante seguro de que me veo como la
muerte.
Ambos obtuvieron este brillo en sus ojos al mismo
tiempo y yo sabía que estaba a punto de obtener una cara llena de descaro. —Oh,
eso es correcto, —dijo mamá con una sonrisa maligna—. Hay
esa cosa esta noche.
—Por los caballeros —dijo papá—. Por un
caballero específico.
—Voy a pedirle al Rey que me conceda una secesión
del parentesco con vosotros —les advertí a ambos—. Él dirá sí porque piensa que
soy malvadamente impresionante y soy el futuro Mago del Rey. Y entonces los
maldeciré tanto. Tendrán dedos extra. Saliendo de sus caras.
—Asegúrate de usar ese jubón rojo esta noche, —dijo
mamá, ignorándome completamente—. Hace lucir tus ojos y piel tan bien. Y esos
pantalones negros hechos a medida. Abrillanta tus botas.
—Y no cortes tu pelo por completo, —dijo papá—.
Déjalo un poco largo. Te hace parecer más distinguido.
—Para la fiesta, —dije, porque me negaba a creer
que mis padres estaban tratando de chulearme.
—Sí, —dijeron ambos—, para la fiesta. —Totalmente
chuleando.
—Tantas maldiciones, —murmuré. Los abracé a ambos y
les prometí verlos más tarde esa noche. Me volví y me dirigí de nuevo al
castillo, preguntándome si tendría tiempo suficiente para tomar algo para
comer, pero decidiendo en contra a favor del sueño.
Así que estaba allí: viéndome como una mierda con
lo que estoy seguro que eran grandes bolsas bajo mis ojos y la suciedad manchando
mi cara. Me quejaba a mí mismo acerca de mis padres y Minwoo y mejores amigos
que se ponían sarcásticos y asesinaban malvados magos para protegerme. Bostecé
tan ancho que mi mandíbula se agrietó.
Por supuesto, ya que estaba buscando mi peor
absoluto y hablando conmigo mismo como una persona loca, me encontré con la
única persona que no quería encontrar. Nunca. Bueno, eso es mentira. Yo quería
encontrarme con él mientras me veía absolutamente increíble y él diría algo
como "Hey, Jimin, tengo esta fascinación extraordinaria con tu equipo.
Vayamos a algún lugar y te mostraré lo que se siente al tener tus bolas
adoradas".
Pero no había nada sexy. Hubo un remolino de
miembros y un grito dudosamente varonil cuando mi cara chocó con un pecho sin
duda construido a partir de pedazos de mis sueños, y un gruñido de sorpresa que
cayó de los labios que los ángeles mismos deben haber tenido una mano en su
creación.
Caballero Jeon Jungkook. Pronto a ser Caballero
Comandante Jeon Jungkook.
El sueño más soñado a ser jamás soñado. El titular
actual de todas mis fantasías masturbatorias. ("Oh, ¿quién es un mal
caballero? Tú eres un mal caballero. Has sido tan malo que voy a
justar con el agujero de tu trasero").
Dijo con una voz sorprendida, —Jimin.
Así que le dije, —Meep, —porque aparentemente
Caballero Cara Deliciosa sabía mi nombre y cualquier y todo dominio
de la lengua veraniana se había ido a un pensamiento tan imposible. Me hizo
tener sentimientos. Masivos y palpitantes sentimientos
—¿Estás bien? —preguntó, sonando preocupado, y
pensé que tal vez si tuviera un defecto, era que su voz no era tan profunda
como debía ser en alguien de su tamaño y estatura. Pero entonces recordé que
era la voz más perfecta que jamás había escuchado, y él siempre era
tan suave y tranquilo que no me importaba en lo más mínimo.
Y, por supuesto, fue entonces cuando me di cuenta
de que mi rostro seguía presionado contra su pecho porque él estaba un solo
paso por encima de donde yo estaba y que él olía increíble, como sudor y
metal y caballos y heno e hierba y hojas y fuegos. Realmente necesitaba dejar
de hacer eso antes de que tuviéramos una situación inapropiada en nuestras
manos. Por lo tanto, en un movimiento adornado con dignidad de tono perfecto,
retrocedí bruscamente, resbalé en las escaleras, y caí sobre el suelo de
piedra, golpeando mi cabeza un poco. Porque mi vida no podía ser más
embarazosa.
—Santa mierda —dijo Jungkook desde algún lugar por
encima de mí.
Abrí los ojos y las cosas estaban ligeramente
borrosas. Pero entonces mi mundo estaba lleno de los ojos verdes más hermosos
que jamás había visto. Un mechón de pelo colgaba en su frente, y sabía que
debía de haberme sacudido porque estaba considerando muy en serio la
posibilidad de estirar la mano y quitarlo. Dominé el control de mis facultades
justo a tiempo para impedir que mi mano se moviera, pero esa acción desesperada
dejó todo el funcionamiento de mi cerebro en mi brazo y lejos de mi boca. Lo
cuál es la única explicación de por qué dije en un susurrante susurro, —Eres
demasiado lindo para existir en este mundo con nosotros, simples mortales. —De
alguna manera logré detenerme de llamarlo Caballero Cara Deliciosa. Estuvo
cerca.
Y sonrió. Como si yo lo
hubiera divertido. Había unos dientes blancos a unos centímetros de mi
rostro, y las esquinas de sus ojos se arrugaron con tanta dulzura que quise
pintar poéticamente todas sus facciones para que me sonría por el resto de
nuestras vidas. Bardos estarían cantando sus alabanzas
durante siglos cuando terminara con él.
—Creo que te golpeaste la cabeza, —dijo, y sentí su
aliento en mi cara. Él debió haber tomado huevos y café para el desayuno y no
hay razón para que ese olor debería haber sido tan caliente como lo era. Nunca
sería capaz de tener esa combinación de nuevo sin empalarme por completo. Él
había arruinado el desayuno para mí para siempre.
Y nos miramos el uno al otro, los rostros
tan cerca. Yo era un ser mágico, así que no tuve ningún reparo admitiendo que
el momento era mágico.
Es por eso que terminó menos de siete segundos
después, cuando otra voz dijo, —Ahí estás. He estado buscándote por todos
lados. ¿Qué demonios estás haciendo en el suelo?
Cerré los ojos y me recordé mi lugar.
Porque yo tenía un lugar.
Y ciertamente no estaba cerca del nivel del hombre
detrás de Jungkook.
El Príncipe Yugyeom bajó las escaleras.
Príncipe Yugyeom, el único hijo del rey.
Príncipe Yugyeom, el futuro Rey para quien serviría
como Mago del Rey.
El Príncipe Yugyeom, que parecía tallado en mármol
por las manos amorosas de un verdadero artista. Todas las líneas y los planos
severos y los músculos y los mechones marrones perfectamente encorvados que
caían tan elegantemente en su cabeza como si no tuvieran nada mejor que hacer
que asegurarse de que el Príncipe Yugyeom se viera mejor que nadie.
Príncipe Yugyeom, el novio de Jeon Jungkook.
Príncipe Yugyeom, que me aborrecía.
—Bien, mira quién es —dijo Yugyeom, sonando como si
acabara de pisar una pila de mierda de perro—. Sorpresa, sorpresa. Otro lío muy
fino en el que te has metido, ¿eh, Jimin? Las historias que
escuchamos sobre tu negligencia son simplemente asombrosas.
Abrí los ojos y Jungkook seguía encima de mí, pero
la sonrisa desapareció, sustituida por un ceño fruncido. Quería decirle que
trajera las arrugas de los ojos porque eran muy amables, pero de alguna manera
me las arreglé para mantener esa pequeña mierda para mí. Yugyeom podría hacerme
ejecutar. Y si hay algo que no quería, era ser ejecutado.
—Déjalo en paz, Yugyeom —dijo Jungkook—. Fue mi
culpa. No estaba mirando a dónde iba.
Y eso era una gran mentira. Lo cual era increíble.
Jungkook se apartó, y yo quería decirle que
regresara y que Yugyeom se fuera, pero luego pensé en que me cortaría la cabeza
y así lo dejé ir.
Me sorprendió cuando extendió una mano hacia mí y
me miró con expresión seria.
Que se joda Yugyeom. Esto es todo lo que me
gustaría conseguir, así que iba a tomarlo. Levanté la mano y sus dedos rodearon
mi muñeca. Su piel era tan cálida, sus palmas callosas y ásperas. Su agarre se
apretó contra mí y él tiró, los músculos de su antebrazo se flexionaron de una
manera que era estúpidamente atractiva. Me empujó hasta que me paré frente a
él, y no pensé que alguna vez había estado tan cerca de él antes. Me divirtió
mucho ver que era más alto que yo por unos pocos centímetros, y el hecho de que
yo tuviera que mirar hacia arriba para encontrarme con sus ojos, sin duda
jugaría una parte más en mi escenario de Has Sido Un Mal Caballero, tan pronto
como llegue a mi cama.
Me voy a masturbar muy duro contigo más tarde,
pensé mientras lo miraba.
Me ruboricé entonces porque me di cuenta de que me
hizo súper espeluznante y no me sentía culpable por ello en absoluto.
Fue en ese momento que me di cuenta que al menos
había pasado un minuto y todavía estábamos muy cerca el uno del otro. No me
había soltado la muñeca, y juro que estaba a punto de decir algo cuando Yugyeom
tosió sarcásticamente detrás de él. Tiré de mi brazo rápidamente y di tres
pasos atrás, poniendo una distancia respetable entre nosotros.
—¿Has terminado, Jimin? —Yugyeom preguntó—. Te ves
muy horrible. Quizás deberías considerar limpiarte antes de mostrar tu cara
otra vez. No quiero que la gente piense que mi mago es de los barrios
marginales.
Junté los dientes. —Soy de los barrios
marginales. —Evité mirar a Jungkook. No quería ver la lástima que probablemente
estaba en su rostro. No me avergonzaba de dónde venía. De hecho, estaba
orgulloso de ello. Y nadie, ni siquiera Yugyeom, podría hacerme sentir como una
mierda por eso.
Arqueó una ceja.
—Milord —añadí.
—Bien. Supongo que como alguien que fue arrancado
de la suciedad y la oscuridad y esencialmente se le haya entregado todo,
no entenderías las pruebas y tribulaciones de la realeza.
—Sí, mi señor. —Tú, culo de caballo.
—Creo que es suficiente, —dijo Jungkook. Le eché un
rápido vistazo y el ceño fruncido había vuelto. Yugyeom se había acercado a él.
Sus dedos estaban entrelazados, y yo estaba avergonzado. Jungkook probablemente
lo tenía por mí, por quitarle su tiempo con el Príncipe, así que di un paso
atrás. No quería ir a mi habitación. Quería ir a ver a Heechul y putear y gemir
y trenzar su melena y hacer que me diga que Yugyeom era un coño gigante y yo
era mucho más bonito que él.
—Lo siento, —murmuré—. Yo solo...
Y me volví para irme.
—Jimin.
Me detuve y cerré los ojos. Estaba tenso mientras
respiraba profundamente porque era la segunda vez que decía mi nombre y era
simplemente increíble, pero eso me alejaba mucho más, y deseé en ese momento no
haber oído nunca hablar de Jeon Jungkook.
Puse una falsa sonrisa en mi cara mientras me
volvía. —¿Sí?
Me estaba observando, así que bajé los ojos y me
miré a los pies. —¿Vas a estar allí esta noche? Hay... algo. ¿En la fiesta?
¿Y qué diablos era eso? Le miré de nuevo con
sorpresa. Me miraba fijamente.
Yugyeom estaba rodando los ojos y parecía extraordinariamente
aburrido. —¿Sí? — dije—. Sí. Uh. Tengo que estar ahí. Como. Es necesario.
Debido a todo. Ya sabes. Cosas de mago.
Jungkook tosió. —Oh. Bueno. Bueno. Debido a las
cosas de mago. Eso.
Guau. ¿Parecía un idiota? —No es que no quiera ir,
—dije apresuradamente—. Quiero ir, de verdad. Quiero ir. Por la fiesta. Y las
otras cosas. ¿Con la promoción? ¿Qué tienes? Oh, y buen trabajo, tú. —Le di dos
pulgares arriba, y me encogí por lo torpe que era.
—Tan esclarecedor como todo esto es, —Yugyeom
dijo—, Jungkook y yo tenemos planes. Este es un gran día después de todo. No es
que supieras nada al respecto, ya que no puedes ni siquiera molestarte en
volver cuando se supone que debes hacerlo. Va a haber algunos cambios cuando me
convierta en Rey. Grandes cambios.
Así que eso era una amenaza. Le di un pensamiento
muy serio a embrujar a Yugyeom para que su rostro se derritiera, pero de alguna
manera pude contenerme. —Mis disculpas, Milord, por haber tomado su invaluable
tiempo. —Me incliné de nuevo y me apresuré a irme (léase corrí).
—Y ÉL FUE tan increíble, —dije mientras
trenzaba el cabello de Heechul—. Tan desinteresado e impresionante y olía a
hojas y creo que sus cejas deben ser declaradas un tesoro del Reino.
—Oh, mis dioses —murmuró Heechul—. Esto ha estado
sucediendo durante cuarenta y siete minutos.
—¿Te dije que sabía mi nombre?
—Diez veces.
—Oh. Lo dijo dos veces.
—Santa mierda en un palo.
—Lo es. —Suspiré.
—¿Qué pasó con tus prioridades?
—Todavía las tengo —dije, tejiendo un hilo de
azafrán, que mi madre había cultivado, a través de la trenza. Eran de color
púrpura y coincidía con el tinte que había puesto antes de comenzar el
trenzado—. Me gusta mirar cosas bonitas. Y quiero tocarlos con mi boca.
—Quieres lamerle las bolas —dijo Heechul, sólo para
verme farfullar y ruborizar.
—Cállate, —me las arreglé para decir, tirando de la
trenza fuertemente y haciendo que se estremeciera.
—No veo por qué no se lo dices.
—¿Qué quiero lamer sus bolas? —grité
—Entre otras cosas.
—Um. ¿Porque está saliendo con el príncipe? ¿Mi
futuro Rey? Eso en sí mismo debería ser razón suficiente para que yo nunca abra
mi boca delante de él otra vez.
—Cariño, nunca lo sabrás a menos que lo intentes,
—dijo Heechul en voz baja—. Tengo la sensación de que te sorprenderán las
respuestas que recibas.
Le fruncí el ceño. —Mira. Sé lo que estás tratando
de hacer. Lo que todos vosotros estáis tratando de hacer. ¿Vale? Lo entiendo.
Pero ya no es gracioso. Está con el Príncipe. Quién puede ofrecerle cosas que
yo nunca sería capaz de hacer. Yugyeom es un culo, pero es magnífico y súper
rico y tiene una nariz épica y estoy seguro de que su pene es simplemente
gigantesco. Él también va a ser el maldito rey y soy un aprendiz de mago
humilde que ni siquiera puede evitar ser capturado cada vez que se le permite
salir al mundo por su cuenta. Y yo nunca le haría eso a nadie.
Herirlos de esa manera. Es incorrecto. Y hablas como si hubiera una
oportunidad. Pero no ha habido nunca una, así que voy a sentarme aquí con mis
sueños divertidos que van a permanecer siendo sueños, y un día voy a estar
encima de ellos porque seré capaz de hacerlo por mi cuenta. —Estaba respirando
pesadamente para el momento en que había terminado y mis manos temblaban.
Heechul volvió la cabeza y apretó la nariz contra
mi mejilla. —Oh, cariño — suspiró—. Eres mucho más de lo que te das crédito. Te
lo prometo, estás destinado a grandes cosas, porque todos esos deseos que
pediste a las estrellas, se harán realidad. Y conocerás a un hombre que te
barrerá los pies y ni siquiera podrás recordar a Jeon Jungkook.
—Sí, —murmuré. Giré la trenza final—. Todo listo.
—¿Cómo me veo? —preguntó Heechul, posando
obscenamente.
—Como el unicornio más feroz que haya vivido, —dije
honestamente.
—Eres demasiado bueno para mí, —dijo Heechul—. Ahora,
quiero que duermas un poco. ¿Estás bien para llegar a tu habitación?
Me encogí de hombros y miré mis dedos. Había tinte
púrpura en las puntas.
—¿Quieres quedarte aquí conmigo?
Me encogí de hombros de nuevo porque quería
quedarme con Heechul.
Así que Heechul se acurrucó a mí alrededor, y puse
mi cabeza cerca de su garganta.
Él susurró cosas dulces en mi oído hasta que me
dormí. Y cuando soñé, soñé con estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario